HUELLAS EN VALLADOLID

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HUELLAS EN VALLADOLID

Este pasado viernes acudí al concierto de Hombres G del que os hablé hace un par de semanas (ESTAMOS LOCOS… Y TEMBLANDO COMO DOS IMANES). Así que vayamos con mi particular crónica, en la que ya sabéis que más que de música, hablo de lo vivido y sentido.

La verdad es que había muchas ganas. Ya no sólo mías, sino de la ciudad en general.
El viernes, la gente quería hacerse un café torero. De esos que te llevan de tomar el aperitivo a llegar al día siguiente a la hora del desayuno. Así que yo no iba a ser menos.
Además, aunque no me tocaba pinchar bellas melodías en Caruso, creí que la mejor manera de acabar el día iba a ser haciéndolo, para trasladar la emoción con la que seguro iba a salir del concierto.

Así que a eso de las 18:30 ya estaba pertrechado con la camiseta de mi querido grupo, cual fan adolescente dispuesto para la batalla.
Aunque he de decir que me la puse encima de la camisa. Porque uno llega a una cierta edad –o más bien a un cierto físico– en la que sabe qué ropa no le queda nada bien.

Como es de ley en estos casos, uno tiene que animar el alma un poco, y que mejor que un buen espirituoso, “o dos o tres, los que tú quieras, los que te pida el corazón”.
Según llegaba la hora del concierto, se iban viendo grupos de gente yendo hacia el recinto. Todos con caras felices, porque además el día estaba acompañando. Así que nos fuimos para allá.

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¿Y qué hay en estos conciertos además que me gusta tanto?
Pues que sé que me voy a encontrar a muchísimos amigos, que van a hacer que me sienta más cómodo aún de lo que me iba ya a sentir.
Mucha gente guapa. Mucha niña mona. Y todos, independientemente de la edad, nerviosos porque empezase aquello, cuál púberes recién salidos del nido.

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Y se empezó a ver movimiento entre bambalinas, cuando de repente, aparece Javier Molina, La Bestia Negra, abriendo el grupo. Momento en el cual la gente entró en delirio.
Los primeros acordes de Nassau hacían ver que no iba a ser un concierto igual. Con esa canción no se empieza, si no sabes que tu público es fiel y se sabe todo. Y los Hombres G saben que cuentan con ese tipo de público.

Del resto del setlist ya se han encargado muchas crónicas, así que como viene siendo habitual, se lo dejo a los entendidos de esos temas.
Simplemente diré que a mí me pareció un concierto para auténticos fans. Porque los temas no fueron habituales a excepción de la traca final, que esa yo creo que es inamovible. Y por ello, me encantó.
Me encantó ese Huellas en la Bajamar que jamás me habría esperado (qué grande, ¿eh Ido?). O el propio Nassau abriendo el show.
Y así la verdad que una tras otra durante las casi dos horas que duró el concierto.

Lo que sucedió luego mientas pinchaba, es por lo que pedí ese día para trabajar.
El bar decorado como merecía la ocasión. La gente dispuesta a dar la última gota de su sudor en seguir disfrutando en el post concierto. ¡Peticiones y más peticiones de temazos!
Uffffff…

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Desde aquí dar las gracias, por cierto, a toda la gente que vino al bar. Al equipo de Caruso (Fabi, Nuria, Rodri, Trutxa, Kiko y Leti) que se portaron de 10. Por supuesto, a mi amigo Borja, que quiso compartir conmigo esa cabina, demostrando que quien tuvo retuvo. Y éste, cualidades para poner música, tuvo. ¡Y muchas!

Un gran día en definitiva

 

Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.

P.D.: no sé muy bien dónde, comenté que si tocaban mi idolatrada Dos Imanes, pediría en matrimonio a la chica más morena y más garbosa (que tiene el cutis más fino que las hojitas de rosa) que tuviese más cerca. Pero por causas aún no explicadas, esa canción no sonó. Mi soltería se burla de nuevo del destino, y pelea por seguir siendo parte de mi vida.

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