COCINANDO CON ARTE… CON EL 7º ARTE
Me gusta el cine.
Me gusta mucho el cine, podría decir de hecho.
Y una de las cosas que más me gustan de las películas es cuando se cocina en ellas. Porque así me aflora ese sentimiento de cocinillas que tengo dentro.
Creo que la primera vez que me entraron ganas de cocinar con una película fue viendo El Padrino.
Que además de ser «la película que tiene respuesta a todas las preguntas», fue la que me enseñó a preparar espagueti con salchichas y albóndigas. Para lo que es fundamental aceite de calidad, abundante tomate, un buen chorro de vino, y el truco del bueno de Clemenza, un poco de azúcar.
Una vez sabido esto, ya puedes cocinar para los chicos, si estos se han ido «a las trincheras!!»
Algo igual de sencillo, aunque la peli es infinitamente peor, es la croque-monsieur de No es tan fácil.
Bomba calórica compuesta por dos rebanadas de pan más bien gruesas, jamón de york, bechamel por todos los lados, y por si esto fuera poco, la gratinaremos con queso.
Vamos, lo que se llama un aperitivo ligero, para tomar con una Coca-Cola Zero…
De Julie&Julia se podrían sacar muchas recetas de muchos tipos distintos, pero Julie Powel hace una especie de canapés de pan frito, dorado en su punto, cubierto por tomates troceados y aliñados con aceite, limón y albahaca. Fácil de hacer, y bastante rico.
La mezcla de ingredientes haría las delicias del mismo Jamie Oliver, rey de remover todo con las manos y pringarse bien. Para acto seguido chuparse los dedos. ¡¡Pura higiene!!
Me gustaría hacer un inciso para contaros también lo que no me motiva nada. Como por ejemplo los sesos de monos. Y mucho menos, serpiente «con sorpresa», de Indiana Jones y El Templo Maldito.
Así que de ella sólo me quedaré con lo entretenida que es. Porque a su menú no le prestaré atención.
Volvemos a mis recetas de cine.
Y lo haremos con los menús de las películas que me han llevado a escribir esto, y que son Sin Reserva, y su predecesora Deliciosa Martha.
La primera, que en un principio era una de esas pelis de domingo, sofá y manta, fue de las que más me atrajo a la hora de meterme en la cocina, por lo bien que tratan los alimentos. Y aunque no me atrevo con la codorniz con salsa de trufas y azafrán, sí con una receta –muy típica precisamente de domingo–, y que son los espaguetis –de nuevo– que la «moribunda» abuela de Nick le susurro al oído en su lecho de muerte.
La segunda, que tras mucho tiempo buscando una copia no he logrado conseguir en ninguna de las grandes cadenas de distribución y he tenido que ver online (cosa que no me gusta nada hacer), diré que es, efectivamente, deliciosa. Porque todavía en Europa hacemos un cine con ese «algo» que no consiguen los americanos.
De ella voy a coger mi siguiente receta… ¡¡Ñoquis!! A ver qué tal se da.
Iremos acabando con la referencia de las referencias, para mí, de las películas de, o con, comida. Y ésta no es otra que Ratatouille.
Vale que es de dibujos, que trata de una rata que cocina y todo lo que quieras. Pero es que es tan buena, que siempre que la veo, además de sentirme feliz de ver al gran Remy, me dan ganas de meterme en la cocina. Y eso es de lo que estamos hablando, ¿no?
Algún día me atreveré con el plato que da nombre a la película, que creo que no es otra cosa que una versión francesa de nuestro pisto, pero investigaremos.
Así que ya sabéis, por aquí podremos empezar a disfrutar del cine y de la cocina al mismo tiempo.
Y recordad, como bien decía Julia Child, «Los tres secretos de la cocina francesa son la mantequilla, la mantequilla y… la mantequilla».
Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.
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