AQUELLOS ELEGANTES ’60

AQUELLOS ELEGANTES '60

AQUELLOS ELEGANTES ’60

No sé si sabéis que mi hermana Marola es diseñadora de bisutería.
Esta tarde estaba viendo su nueva colección,  y me ha dado la idea para este post.

Si en los anteriores tres relaté que quise haber pasado la adolescencia en USA, hoy ya no sólo me voy a trasladar en el espacio, sino que como buen fan de Regreso al Futuro, me voy a trasladar en el tiempo.
En este caso, gracias a las palabras. En vez de usar el condensador de fluzo que tengo instalado en mi Delorean.

¡Hago una regresión a los ’60!

Principalmente lo haría por la elegancia de aquella época. Que me permitiría usar el esmoquin en alguna ocasión más que en Fin de Año. O cuando alguien me invita a una fiesta de disfraces –a la que acudo raudo pertrechado como el famoso agente secreto… Anacleto, ¡por supuesto!–.
(A «Bond. James Bond» no le llego a la suela, para mi desgracia).

Me voy a centrar principalmente, de nuevo, en Estados Unidos. Porque aquí no estábamos para muchas florituras.
Aunque he de decir que el esmoquin antes mencionado fue confeccionado por un genio vallisoletano de la sastrería, que más quisieran los mejores modistos de Savile Row, como es Martín González. Y que logró que, 50 años después, luzca como el primer día.

Dicha elegancia se veía muy bien reflejada en las fiestas que abarcan entre los últimos ’50 y los últimos ’60 (recordemos que los ’70 empezaron, increíblemente en el 68). Con esos esmóquines de solapa redonda, esas americanas a veces imposibles y esos trajes de fiesta de ellas que dejarían con la boca abierta a la gran parte de la musas actuales de la moda.

No hay cosa que más me hubiese gustado más que haber compartido un whisky solo, en el Copa Room del Sands, con ese Rat Pack canalla. Formado por alguno de los más grandes artistas que ha dado el mundo del entertainment americano de todos los tiempos. Y que marcó sin duda, el estilo de toda una época.
De hecho, cuando me toca pinchar (recordad que no soy Dj, sino pinchadiscos), noche tras noche, les hago un pequeño homenaje cantando lo mejor que puedo «New York, New York». Y sintiendo, por un momento, como un escalofrío recorre mi espalda al hacer mía esa canción.

Por supuesto, además del whisky solo, en vaso bajo, me fumaría un cigarro.
Casi seguro largo, extraído de esa pitillera brocada o estriada color plata. Que encendería con mi Dunhill, en un certero movimiento de pulgar para hacer girar su piedra.
Estoy seguro que de no encenderlo a la primera, se perdía el privilegio de fumarse ese cigarrillo en el 100% de las ocasiones. En esa época y en ese ambiente no había lugar a las segundas oportunidades.

La banda sonora la pondría una estupenda banda, al frente de la cual estaría uno de los crooners antes mencionados, que interpretaría música ligera. Con unas asombrosas secciones de viento dando cuerpo a la canción de una manera increíble.

Pero esto no solo sería así en los casinos de Las Vegas, sino que nos podríamos trasladar al pequeño apartamento de Holly Golightly, y ver que allí también se puede ir elegantemente vestido –a pesar de beber el champán en vasos de plástico y tener a Gato danzando a sus anchas entre los invitados–. Y aunque cambiásemos la big band por un picú, con los éxitos de Dean Martin o Bobby Darin, aquello no perdía ni pizca de elegancia.

Era otra forma de entender la vida. Que aunque no digo que fuese ni mejor ni peor, a mí me hubiese gustado vivir en toda su plenitud, ya que se adapta más a la forma que tengo de ver las cosas.
Y aquí solo he hablado de temas triviales, que suelen ser lo que mejor se me suelen dar. Pero por ejemplo, me vuelve loco el diseño de interiores de aquella época, con aquellos muebles imposibles encabezados por la Egg Chair de Jacobsen, o mi favorita Ball Chair de Eero Aarnio. O los primeros «artilugios» para una llevar una vida moderna.

A ver si con un poco de suerte, tras haber rescatado los ´70 y vivir en un contínuo bucle los ’80, tengo un poco de suerte, y puedo vivir una vuelta a los primeros ´60.
Aunque soló sea para ver si llego a conocer las agencias de Madison Ave, con Don Draper a la cabeza.

 

Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.

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Comments (6)

  • sergei Reply

    Cada día te admiro más!!
    Eres un grande!! no me cansaré de decirtelo, y de leerte!!

    16/04/2013 at 9:24 pm
    • Paty Reply

      Y yo no me cansaré de oírlo… jejejeje
      No sabes la alegría que me da leer esto de una persona a la que admiro profundamente.
      Muchas gracias!!

      16/04/2013 at 9:28 pm
  • Tu tatita Reply

    Jo pats, está genial. Se me cae la babica y es que ademas has pillao la misma onda que yo…vendremos de una vida pasada en aquellos años??? Yo si eso antes del 67 q volvi a nacer…

    16/04/2013 at 11:17 pm
    • Paty Reply

      Muchas gracias Marolita.
      La verdad es que según estaba viendo la colección, se me fue ocurriendo lo que tenía que escribir, así que la idea ha sido tuya, y yo sólo he tenido que llevarla al «papel».

      16/04/2013 at 11:27 pm
  • Primity VV Reply

    no words…. eres genial… te superas? … no… siempre lo has sido… me encanta haberte «recuperado» muy muy en buen momento, y no en los años 80’s nuestros… si si… el autumn de la life… muy bonitos para mucha gente, pero a mí que me esperen que no tengo ni pizca de ganas de llegar a ellos… te he redescubierto en los «Dos miles»… con el nuevo siglo :-)))) oishhhhhh mi Pats, qué fenómeno! qué crack!! por cierto , un fotomonteich de Marola de tu foto de esmoquin al lado de los 3 de arriba estaría bien ehe! besos!

    17/04/2013 at 12:01 am
    • Paty Reply

      Bueno, bueno, bueno, que cosas me dices Primity!!
      Oioioioioi, que dirías al unísono La Maro y tú.
      Me plantearé lo del fotomontaje, pero no hará falta dar la turra a la tata, que para eso yo también le doy al fotochop con más ganas que arte, pero le doy.
      MUAKA!!!

      17/04/2013 at 12:12 am

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