CAMBIOS

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Llevo dos días madrugando, sin tener necesidad de ello dado que es festivo. Y creo que todo es por no haber salido ninguna de las noches anteriores.
Es más, hoy mismo, lloviendo y haciendo un día típico otoñal de esos que se aprovechan para quedarse en la cama más tiempo, aquí estoy, escribiendo mientras tengo de fondo This is opera con las obras de Händel. Y al ritmo que voy, pasaré luego al Perdidos 3 de Cachitos de hierro y cromo.
¿Es esta mi nueva vida?

La vida me ha tratado como me tenía que tratar, y decir lo contrario sería no aceptar la realidad.
Ni tan bien como a algunos, ni tan mal como a algunos otros. Me ha golpeado muy duramente en más ocasiones de las que quisiera. Pero también me ha arropado como una buena madre en otras muchas.
Y si ahora ha decidido que las cosas tienen que ser así, así serán.

Ya no puedo tomar un simple café a no ser que sea descafeinado, y a poder ser, cortado (con leche sin lactosa, por supuesto, que ya que nos ponemos con achaques es mejor tenerlos todos al tiempo para acostumbrase lo antes posible).
La Coca-Cola, de tomarla –que ya casi nunca–, en su modalidad menos real, que es zero sin cafeína. O lo que es lo mismo, tomar algo que se vende como Coca-Cola, pero que es lo menos parecido a una Coca-Cola.
Pero si ayer mismo he ido a tomar una caña y me he pedido un agua con gas. ¡Un agua con gas!

¿Me empezará a gustar correr, el pádel y el sushi? ¿Me gustará veranear en el sur? ¿Y Barcelona?
Más que nada para poder decir aquello de «Es una ciudad muy europea», con algo de conocimiento de causa.

Igual me empieza a gustar el vino. Y disfruto de él como veo que lo hace la gente a quién le apasiona, y mete con profusión la nariz en la copa para poner en marcha los máximo sentidos posibles.
¿Apreciaré como se merecen los espárragos? Los de abril, que son para mí, y no los de junio que son para el burro, por supuesto.

Ya no puedo fumar, lo cual es fenomenal por una parte. Pero me apena que nunca conseguiré la maestría de Jep Gambardella al dar una calada a un cigarro, y que un halo de humo me envuelva como si llevase un manto, a mi alrededor, esculpido.

Lejos quedaron esas mañanas en las que desayunaba guindillas, pizza fría –o cualquier comida que se pudiese comer sin pasar por ningún tipo de fuente de calor– para que mi cuerpo volviese a activarse. Aunque sólo hubiese dormido un par de horas y me quedase un largo día por delante que había que disfrutar de nuevo (y llamo mañanas a esas mañanas por no llamarlas noches largas).

A lo mejor empiezo a ir al cine los domingos como se hace habitualmente, en vez de ir un martes a las 12 de la noche.
E incluso hasta puede que me atreva a ver una película de terror de esas que no veo, «porque me dan miedo».

Los años no sólo sirven para renovar el DNI. Y muchas cosas que eran habituales pasan a ser esporádicas, y al contrario.
Así que quién sabe lo que me deparará el futuro de hoy en adelante. Pero lo que tengo claro es que todo lo que venga lo intentaré llevar con la mayor dignidad posible y con la mejor de mis sonrisas, siempre que se pueda.

 

Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.

 

P.D.: hoy, 12 de octubre, VIVA ESPAÑA!!!

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Comments (3)

  • JovenLeti Reply

    Jajajajajajajaja me ha encantado lo del agua con gas!!!! compro cajas para casa!!! es la edad que terrible!!!!! y yo pensando que era un descubrimiento sin más… jajajajajjaja
    Grande Paty!!

    13/10/2015 at 6:15 pm
    • patyvarela Reply

      Mira, calla, calla, que a veces lo pido por las noches, y no con vodka o whisky. No, no, sola y con rodaja de limón.
      Nos llega la edad de jubilarnos Joven Leti. Qué le vamos a hacer…

      13/10/2015 at 6:25 pm
      • JovenLeti Reply

        Pedirlo por la noches es un tema importante!!!! jajajajajaja

        13/10/2015 at 8:11 pm

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