YA NO PERSIGO SUEÑOS ROTOS
Escribo esto pulsando con delicadeza, casi con mimo, las teclas de mi nuevo portátil.
Tras una espera de 10 días, que me llevó a pensar que se habían ido a buscarlo al mismísimo Cupertino, por fin me ha llegado.
Con paciencia, por aquello de que primero la obligación que la devoción, hasta hace un rato no he podido extraerlo de su placenta para traerlo a la vida.
Lo enciendo, le bautizo al igual que a todos sus hermanos anteriores como Allen, y empiezo a cacharrear con él.
Llevo una hora y me doy cuenta de una cosa importante: todavía no le he instalado ningún programa para pinchar. Ni siquiera he cargado la biblioteca musical que me lleva acompañando desde hace ya una cantidad nada despreciable de años.
¡No puede ser! La música siempre debe estar presente en mi vida.
Que ya no sea parte de mi actividad laboral no significa que tenga que pasar a un segundo plano.
Inmediatamente, para paliar semejante afrenta, le doy al botón de Spotify del móvil. Vale que no es música en formato físico, pero podemos decir que es mi metadona.
Suena «El muelle de San Blas» y me doy cuenta que fui consciente de ella un día por la calle Librería, camino de la facultad que en aquella época pretendió convertirme en leguleyo, con escaso éxito. Construí su historia en mi cabeza perfectamente, a la altura de la puerta lateral de la fabrica vallisoletana de abogados
A continuación «Pero a tu lado», de donde sale el fragmento que da título al post. Es la canción que cantaba siempre con mi querida Pecosa en nuestras noches locas de juventud (la suya, porque la mía, en aquellos años ya, de juventud poca). Y escuchada en solitario es de las que me gusta cantar en alto siempre que se pueda.
«San Pedro» me lleva directo a la playa de Comillas.
Fue mi canción de las fiestas patronales de un año tan lejano que es mejor no intentar recordar cuándo fue exactamente. En cambio recuerdo a la perfección las personas con las que la canté en la arena por primera vez, con la sudadera puesta ya en esas tardes de relente cántabro.
«Quiero beber hasta perder el control» suena a Los Mendigos –la génesis de Los Madison–. Y a la imagen de un madrileño en camiseta de tirantes, con una 338 colgada en el cuello, entrando en el cuarto del ping pong –habilitado durante unos días como local de ensayo– de la burguesa casa de la Finca Los Perales, también conocida familiarmente como «La Ribera».
Suena de nuevo Maná. Esta vez «No ha parado de llover», que es la canción que escuchaba mientras miraba al infinito desde la ventana de Los Tréboles, en el momento en que me dijeron que pasase a despedirme, sin esperar nunca más un «hola» de vuelta, de mi padre.
Aunque no lo pueda parecer es una canción que me gusta mucho. Porque sabía que en ese momento alguien iba, por fin, a descansar en paz. Ventajas que tenemos los creyentes.
Y así podría seguir horas y horas, porque la música tiene esa extraordinaria cualidad de desplazarnos en el tiempo y el espacio las veces que haga falta, y siempre que lo necesitemos.
Venga, la última.
Porque «Puede ser» me ha llevado a los tiempos de gloria del Livingstone cuando, micro en mano, la cantaba en comunidad con el resto del bar. Y ese recuerdo no se puede quedar en el tintero.
He dado mucho por la música, pero sin duda ella me ha dado mucho más a mí.
Así que, ¡GRACIAS!
Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.
P.D.: la lista que ha saltado es ésta. Por si os da por escucharla en algún momento dado, y a la cual he rebautizado con el título del post.
P.D.2: ahora más que nunca, si te gusta lo que lees, comparte. De la forma que sea, da igual.
Comments (8)
Me encanta (y me emociona) la banda sonora de tu vida, Paty
Y la forma de contarla, MÁS!!
Soberbio!!
como siempre… ❤️
Muchas gracias, Palo!!
Te puedo asegurar que me han saltado Los Rodríguez cuando estaba cerrando la entrada, y automáticamente me has venido a la mente (como no, oyendo a Calamaro y sus chicos). Pero ya se me había ido de las manos como para incluir que con ellos nos conocimos. Así que habrá que posponerlo para una segunda parte, ¿no?
Un beso!!
Me ha encantao Tatito y hasta de me ha saltao alguna lagrimilla con lo de papá
Gracias, Tatita!!
Así son las cosas, y así las cuento. Para qué cambiarlas, ¿verdad?
Tus noches del LIVINGSTONE..aún resuenan en mi memoria .. siempre me sorprendías rescatando algún temazo…
Por cierto aprovecho para recomendarte a este grupo; VEINTIUNO. Especialmente sus álbumes “Gourmet” y “Corazonada”
Un fuerte abrazo
Señor Guerrero, yo sólo ponía los temas que tú me habías descubierto. Simplemente cerraba el círculo!!
Acabo de escuchar una canción de Veintiuno, llamada «Nudes» y me ha hecho mover el pie a su ritmo, así que los escucharé, los escucharé.
Un fortísimo abrazo, y gracias por la recomendación (una más)!!!
Mira que llevamos hablando un añito o algo más y ahora pero sin vernos en persona. Y ahora que caigo con las canciones de tu post….. Me da que somos de la misma quinta casi. Jajaja
Los años pasan pero no pesan.
Un abrazo
Jajajajajajajaja
Me da que sí.
Además, gracias a vuestras web y vídeos, dispongo de muchos documentos gráficos sobre los que basar esta apreciación. Puede que hasta yo sea más mayor.
Aquí, un integrante de la quinta de 75 para servirle a usted y a su señora!!
Un abrazo, Agus!!