UNA FURTIVA LAGRIMA
No recuerdo las palabras exactas que le decía Richard Gere a Julia Roberts en Pretty Woman cuando van a la ópera, pero era algo así: «La primera vez que alguien va a la ópera, suele sentir sensaciones de lo más curiosas. Le puede encantar, y entonces ese amor será para siempre. Pero puede que no. Entonces, con el tiempo, puede que llegue a apreciarla, pero nunca de esa manera».
Yo no he ido nunca a la ópera, así que no os puedo contar cuales fueron mis sensaciones. Pero por lo menos sí intento escuchar lo que puedo en casa. Y me temo que, por lo menos en grabación, soy del segundo tipo. Una pena…
Eso sí, la escucho tanto como puedo porque creo que es algo tan bello que merece la pena hacer el esfuerzo, para llegar a apreciarla, aunque sea sólo en parte.
Y eso lo hago porque, desplazándolo a un plano más mundano, la música, al igual que otras muchas cosas, se puede llegar a apreciar con el paso del tiempo, y tras «probarla» muchas veces. Y si no, decidme a cuántos de vosotros os gustaba el pescado de pequeños. O sin remontarnos tanto en el tiempo, ¿os supo bien vuestra primera copa?
Un oído puede, y debe, ser educado. Al igual que lo es, por ejemplo, un paladar.
Se debe ir empezando con cosas fáciles de digerir, para luego ir pasando a gustos más fuertes o atípicos. Hasta conseguir distinguir y apreciar todos los distintos sabores, que es el caso de la música, podremos llamar ritmos, sonidos, estilos… Lo que queráis.
Así sabremos que es lo que nos gusta, lo que nos puede llegar a gustar, y lo que jamás comeremos dos veces por gusto.
¿Cómo sé yo que no me gusta nada de nada el reggaeton?
Pues porque para mi desgracia, me ha tocado escucharlo en multitud de ocasiones, y sé que provoca en mí un rechazo comparable al que le producen los cereales a un alérgico a las gramíneas.
Pero lo he probado, que en el fondo es lo que quiero decir.
Y con esto no os quiero decir que os paséis el día escuchando ópera –cosa que tampoco estaría mal–, sino simplemente que no cerréis puertas a algunos tipos de música por el mero hecho de no ser actuales o no estar de moda.
Y además os lo digo, porque ya sabéis que me hago mayor y de vez en cuando me gusta escribir cosas de estas en plan consejo.
Así que ya sabéis, no me hagáis mucho caso si no queréis.
Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.
P.D.: algún día os contaré por qué las grabaciones de ópera en vinilo, cuando se componen de más de uno, suelen venir la cara 1 y 4 en uno de ellos, y la 2 y la 3 en el otro.
*transcripción (casi) exacta de este texto, por cosas del señor SEO:
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