AYER ALLÍ HOY AQUÍ

AYER ALLÍ. HOY AQUÍ

AYER ALLÍ HOY AQUÍ

De todos, o casi todos, es sabido mi amor incondicional por Nueva York.
Lo que tiene gracia es que no la conozco. Y es, como muchos otros, un amor platónico que me lleva a ensoñaciones mucho más allá de lo que casi seguro sería la realidad.
Quizá algún día nos presenten, y pueda besar la mano de tan esplendorosa dama. Pero mientras tanto, seguiré imaginando historias con ella siempre que pueda.

Actualmente, la obra invitada del Museo del Prado es un retrato que hizo Don Francisco de Goya a Don Pedro de Alcántara, Duque de Osuna, procedente de la Colección Frick.

Y según vi dicha procedencia, mi mente empezó a maquinar.

Comencé a pensar en cómo el mismísimo señor Frick habría comprado personalmente el cuadro. Y habría mandado colgarlo en un lugar por él mismo elegido para su uso y disfrute, en alguna de las múltiples habitaciones de su mansión neoyorquina –y que tan acertadamente nos describió nuestra querida «pelirroja a ratos, y pecosa siempre» Señorita Beitia, en su post «La Frick Collection«–.
De cómo con el paso de los años esa mansión pasó a ser el receptáculo de una de las mayores colecciones privadas de arte del mundo. Y a donde un buen día, un comisario del Prado llamó para interesarse por el préstamo de la citada obra.

Pensé en el apasionadamente viaje que sin duda hubo que realizar para traer el cuadro hasta Madrid, en un plateado Douglas –pilotado por, poco más o menos, Howard Hughes–. Salvando todos los peligros que dicha expedición entrañase.
Vamos, que si la 5ª de Indiana Jones no tiene todavía argumento, éste podría ser un buen inicio para empezarlo.

Y todo esto lo pensé mientras observaba con ensimismamiento la cara medio sonriente –y altamente sonrosada– del citado Marqués.
Que nos miraba a los allí presentes casi sin querer, de soslayo, como si no le importase lo más mínimo nuestra presencia.
Como si él mismo estuviese pensando en el asombroso parecido de nuestro Rey Emérito Don Juan Carlos –al cual ha conocido en esta última visita a España, dado que desde que se fue a vivir a Nueva York, no habían coincidido– con su antepasado Carlos IV, en la sala presente, lo cual le hace esbozar esa medio sonrisa.

Muchas cosas se me han quedado en el tintero en esta última visita a Madrid, así que espero pasar por allí en breve de nuevo.

 

Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.

P.D.: que conste que para que mi mente divague no me hace falta presenciar obras maestras. Cuando me llega algún paquete desde Nueva York, también pienso «anda, esté papel de pompas hace unos días estaba en la estantería de cualquier store de esos que no cierran, en la ciudad que nunca duerme, y el que lo compró…».
Y esa es la gracia de todo. Ver historias en las cosas más pequeñas, porque quién sabe si esas llegarán a ser las más importantes.

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