EN MI CAJA

EN MI CAJA

EN MI CAJA

«Recoge tus cosas y vete»

¿Os imaginais que os dijesen esto?
No ya en el trabajo, sino imaginad que os tuvieseis que llevar, lo que consideraseis oportuno, en una caja.

Lo primero que haría falta sería la caja en sí.
Sí, de esas marrones que hacen el efecto de madera veteada, con aberturas para las manos en los laterales. Y que cualquier americano que se precie tiene siempre a mano para estas ocasiones.
Aunque la verdad, igual no todo lo que echarías a una caja serían cosas tangibles, así que abramos un poco más la imaginación, y supongamos que en esa caja podemos guardar todo aquello que queremos (sí, la caja tiene que estar porque me hace ilusión tener una de esas, así que eso no es negociable).

Lo primero que se me ocurre es algo que estoy escuchando ahora mismo, y es el sonido de la aguja sobre el surco sin fin del final de la cara de un disco.
Y me gusta, porque cuando lo oyes significa que estás haciendo algo lo suficientemente importante como para no parar e ir a poner la otra cara. Y las cosas importantes son… pues eso, importante. Hay que llevárselas sí o sí.
Me gusta ese sonido que se produce al final de cada cara (a menos que escuchéis la cara B del Sgt. Pepper’s, que no acaba nunca).

Unas gafas de sol también estarían dentro, porque siempre las llevo.
Hoy por ejemplo, que estaba lloviendo, iba con ellas puestas. «Cuidado, no te deslumbre este solazo» me ha dicho mi amiga Paloma cuando me la he encontrado por la calle. Y aunque pueda parecer raro, me gusta usarlas aunque el sol no deslumbre.
Dos modelos he tenido en mi vida, Balorama y Wayfarer. Wayfarer y Balorama. ¿Para qué más? Aunque he de decir que por mi 40 cumpleaños cambié de marca y de modelo. ¡Soy un rebelde!

¡Unas baquetas!
Parece mentira que diga esto, siendo el usuario más famoso de las únicas y exclusivas baterías imaginarias, las cuales se tocan sin necesidad de ellas. Pero siempre tuve baquetas en casa –aún antes de tener batería–, y me encantaba ir aporreando todo lo que podía, siguiendo el ritmo de cualquier cosa. Así que me gustaría seguir haciéndolo allá donde fuese.

Y por supuesto, recuerdos. De esos que no falten.
No voy a ir a los clásicos que todos tenemos relacionados con la familia y los amigos, sino a otros más raros, que no sabes por qué, pero recuerdas muy bien. Así a bote pronto guardaría mis últimas navidades en el colegio; la primera vez que vi Hook en el cine; unas vacaciones en Santander en la casa de Rualasal, el año que sonaba permanentemente «Mi abuela» en la radio; el sabor de las bravas que me comí en un bar de Canalejas, recién levantado tras una boda; el acento andaluz que se me pegó tras volver de la Expo… No sé, cosas de este tipo.

Y tú, ¿qué guardarías en tu caja?

 

Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.

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