POR SUPUESTO, NO SON SOLO UN SUSPIRO… LOS MADISON
Escuchar cualquier canción de Los Madison es como sentirla un poco mía. Porque es uno de esos grupos en que todas sus canciones cuentan cosas que podrían perfectamente haberme pasado.
Esa mezcla de rock and roll, de sentimiento, de presencia en un escenario… Hace que cada vez que los escucho o veo en directo, tenga un escalofrío permanente. Un ojo lloroso a punto de desbordar ríos de lágrimas por mi lacrimal (y a veces no sólo tan a punto). Y muchas ganas de escuchar muy buena música a cargo de unos grandísimos músicos.
Y este pasado fin de semana fue una de esas veces. De las que vas preparando desde que te avisan que van a dar un concierto. Y la cual vives hasta que estás de vuelta en tu casa.
Porque por si no lo sabéis, ir a verles es más que presenciar un concierto.
Es reunirse con un montón de amigos –La Familia Madison– que he ido haciendo con los años. Y que cada vez que los ves sabes que te lo vas a pasar muy bien, y vas a disfrutar de cada minuto del día.
Es gente que a pesar de ver muy pocas veces al año, sabes que tienen por lo menos algo en común contigo y es la música. Y eso, amigos, es un lazo más fuerte que un cabo de amarre.
En mis «crónicas» musicales no suelo hablar, curiosamente, de música. Porque sigo considerando que hay gente que lo hace mucho mejor que yo (si no, leer cualquiera de los artículos de Esa canción me suena, por ejemplo).
Pero esta vez quiero hacer algún apunte.
El primero, es que además de miembros de una misma banda, estos chicos son amigos, y se nota. Y por si ellos no fueran suficiente para manejar lo que sucede encima del escenario, que lo son, se rodean de muy buena compañía.
Foto: Vicente Díez Redomero
Esta vez estuvieron acompañados de Rolfi Calahorrano, con ese impresionante saxo que hace eco en las entrañas más oscuras del alma; César García Miranda, César Pop, de quién no tengo mucho más que decir dado la admiración que siento por él, ya sea como músico en solitario o como parte de la Leiband; José Nortes, artífice de gran parte de esto, y que es una de esas personas que él mismo es «música»; Y Edu Ortega, que cada vez que lo oigo, me gusta más. Es una bestia parda, ya sea con el violín, como en esta ocasión, o bien con su Telecaster o su mandolina, como cuando le vi hace poco actuando con Quique González.
Y por supuesto están ellos, los propios Madison, de quiénes no sé que más decir, porque no habría sitio en el blog. Así que simplemente me limitaré a comentaros, que por lo menos, los escuchéis en sus discos. Y en cuanto podáis, vayáis a verles actuar en directo.
Cuando en un concierto, desde la primera canción, todo el público –que además no era poco precisamente– canta todas las canciones, es porque ahí hay algo que gusta.
Y por eso no debéis dudar en asistir a sus shows.
Lo de después del concierto, pues eso, es lo que suele pasar después de un concierto en los que los amigos se van a celebrar con los músicos el éxito de la noche. Y en el que la distancia que hay entre el grupo y el público durante la actuación, se cercena de raíz, y ambos nos convertimos en uno solo. Y más cuando los artistas son personas tan absolutamente maravillosas como son ellos.
Esta vez esto va a quedar un poco para mi diario personal y para el de los que allí estábamos presentes. Así, la próxima vez que esto suceda, los que no estuvisteis os animéis a acompañarnos.
Mientras escribo esto, estoy escuchando su último trabajo recién presentado, Los Madison en los Teatros del Canal. Y a pesar de que tendría que estar más pendiente de lo que estoy haciendo, estoy más tocando mi ya clásica batería invisible o mi guitarra imaginaria, que tecleando con orden y concierto. Pero es lo que hay.
Cantaría también al mismo tiempo, pero he de reconocer que tras este concierto, y mi jornada laboral de anoche pinchando en Caruso, tengo la garganta más ardiente que las calderas del infierno, de hacer quintas y octavas, y tampoco quiero quedarme mudo a mis años.
GRACIAS POR TODO, A TODOS!!
Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.
Foto: Yolanda Rodríguez
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