GUIRI DE INTERIOR
El menda, que es un intrépido, había decidido que sus escasas vacaciones las iba a pasar en Madrid.
Estaba dispuesto a convertirme en un turista poco accidental que quería intentar paliar la falta de alemanes e ingleses en este verano de 2021. Porque aunque uso naúticos Camper en vez de chanclas, y visto con camisa en vez de camiseta de tirantes, sí me alimento de manjares locales (verbigracia patatas bravas, banderillas o bocatas de calamares).
Me iba a convertir en un guiri de interior.
El plan consistía en aprovechar la desbandada de madrileños de su ciudad para pegarme la pateada padre sin agobios y sin rumbo. Sentarme donde me viniese en gana, y pedir dobles como si hubiese descubierto la cerveza en ese momento.
Acompañados, por supuesto, de sus correspondientes tapas, las cuales deberían ser Patrimonio de la Humanidad junto con el eje El Prado-Retiro.
¡Fetén!
¿Acaso no están las vacaciones para hacer lo que a uno le viene en gana?. Sin prisa por nada y con la cartera dispuesta a conceder deseos de tres en tres.
Están para poder irte a desayunar al Café de Oriente. Comprar caramelos en La Violeta de Canalejas, para regalar a la familia, en honor a mi abuela. Perderte por las calles con la idea de “por aquí voy bien”, hasta que te das cuenta que estás justamente en el lado opuesto en el que pensabas.
¡Qué más da! Si desayunas a las 11 de la mañana, hecho está. Ya comerás a las 6 de la tarde.
Además esta vez, siguiendo el undécimo mandamiento de “No molestar”, me he venido a un hotel con la sana intención de no obligar a nadie a hacerme la visita.
Entras. Sales. Subes. Bajas. Y lo más que tengo que hacer es dar los buenos días a la amables recepcionistas que me cuidan estupendamente en el Petite Palace de Santa Bárbara (post no patrocinado). Intercambias cuatro palabras con ellas, que intentas que sean inteligentes para dar impresión de ser una persona interesante, y ya tienes los deberes hechos.
Todo transcurría así hasta que descubrí una parada técnica en El Retiro, que dejó de entregar a manos del destino mi peregrinar.
Un apartado bar a espaldas de Alfonso XII, que servía cervezas en jarras heladas. Y cuando digo heladas, uso toda la amplitud de la palabra.
No sé cómo se refrescarían los reyes en su época al dar paseos por estos hermosos espacios creados para su entretenimiento, aunque dudo mucho que lo hiciesen mejor que de esta manera. El hecho de no tener grifos de cerveza con el gas a tope para crear esa capa de espuma corta, pero densa, les restaba muchos puntos en la comparación.
Que te sujete la sombrilla el ayuda de cámara queda muy pintón para que te haga un retrato Goya, pero una caña bien tirada es más imperial que los Austrias y los Borbones juntos.
¡Hay que ver lo que me gustan los bares en medio de los parques urbanos!
Así que aquí estoy sentado, a medio camino entre un adolescente que ha hecho pellas y un señor jubilado que pasa sus mañanas al arrullo de los cortadores de césped y las paladas de las barcas llenas de enamorados. Escribiendo estas lineas, y aplacando el sofocante calor que hace, gracias al embrujo de Mahou –que debería estar en el escudo de la ciudad, junto al Oso y el Madroño–.
He marcado 27 puntos en Google Maps, y no creo que visite ninguno. Digamos que eran el plan B de un plan A que consistía en no seguir ningún plan. Ser un verso libre en un ciudad ilustrada.
En definitiva, estoy viviendo mi propia dolce vita, mi dolce far niente, a ritmo de chotis.
«Vivir a la madrileña» lo llaman, ¿no?
Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.
Comments (2)
Me das ganas de irme para ahí ahora mismo! Disfruta muchoooo (aunque sea Mahou, en vez de Estrella Galicia).
Tu hotel está a cuatro pasitos de mi casa, en otra ocasión a ver si coincidimos!
Lo malo es que el post lo escribí hace unos días, y ya estoy sentado de nuevo delante de la pantalla currando, que ha sido una escapada casi sorpresa, ante el temor de quedarme de nuevo sin vacaciones.
Pero me voy a intentar escapar otra vez en cuanto encauce un poco las webs que tengo pendientes para agosto. Y si no, pues me voy en septiembre. Y si no, en octubre. Y si no…
Algún día compartiremos unas cervezas madrileñas. Ya verás!!!