LA CARA B DE LAS COSAS
«He dedicado tanto tiempo a la venganza, que ahora que la he cumplido, no sé qué hacer el resto de mi vida»
Está frase es, para Mandy Patinkin, la mejor de su papel en «La Princesa Prometida». Por delante de la clásica, mítica y mil veces repetida «Hola, soy Iñigo Montoya. Tú mataste a mi padre. Prepárate a morir».
Y es que muchas veces lo mejor de cada uno no es siempre lo más conocido.
Es lo que podríamos llamar la «Cara B de las cosas».
La gran parte de las veces, las obras más conocidas, acaban siendo casi odiadas por sus propios creadores. En parte debido a la sobreexposición de las mismas –vamos, por convertirse en mainstream, que es esa palabra horrible que se usa ahora para la tan castiza expresión «hasta en la sopa»–. Así que muchas veces es esa cara B la que salva el ego de los artistas y la manera de ver sus creaciones.
Yo lo descubrí una noche llegando a casa –no diré la hora–, pero venía de pedir una ración de bravas al amanecer. A veces, según entro por la puerta, pongo música para apaciguar mi alterada alma y amansar la bestia que todavía está con ganas de más. Empezó a sonar uno de esos temas que son «El tema» , y no es otro que el archiconocido «Stairway to Heaven».
Pero ese no es una cara B –diréis–.
Y efectivamente así es, pero es que descubrí la cara B de la propia canción.
Según empieza la canción, no puedes por menos que dejarte llevar por la guitarra de Jimmy Page (con una Rickenbacker se grabó, recordad, no con la mítica Sg de dos mástiles). Sin embargo me vino bien dormirme tumbado del lado derecho, de manera que los auriculares se me incrustaron en la oreja de mi estribor hasta dejarme marca, y que gracias a aquella maravillosa costumbre de grabar instrumentos distintos por cada canal, pude disfrutar de las relajantes y asombrosas cuatro flautas que suenan por ese lado, que se supone que es el de las sensaciones y sentimientos.
Como un bebé dormí!!
¿Y qué me decís de los actores secundarios?
Hace unos días se hablaba de ellos en Twitter, y la retahíla de nombres que por allí desfilaron dejaría ojiplático a cualquier pléyade de estrellas del 7º arte.
En este campo siempre reivindicaré al más grande de los nuestros, por lo menos para mí, como fue Pepe Isbert.
«Como alcalde vuestro que soy, os debo una explicación. Y esa explicación que os debo, os la voy a pagar».
Y de los «otros», no puedo dejar de recordar a quién interpretó al Pelirrojo Danaher en «La Película» «El Hombre Tranquilo», el inimitable Victor MacLaglen.
Algún día no muy lejano creo que le dedicaré un post entero a esta obra maestra del Maestro Ford (Señor Garci, si por un casual me llega a leer, no me tenga en cuenta lo que escriba, porque sin duda estará muy lejos de las loas que siempre he oído salir de su boca o dedos sobre ese ‘señor que hacía western’).
Pero no solo en el terreno de las artes encontramos estos axiomas, sino que lo voy a extrapolar a un tema que el otro día le comente a mi amiga Inés. El del calzado femenino.
Mujeres del mundo, musas de nuestra inspiración, adalides del buen hacer y la elegancia, no hace falta que os pongáis esos estupendos zapatos con más aguja que el Chrysler Building, que además hacen que a las 5 de la mañana andéis como Chiquito (e incluso diciendo su mítico ‘No puedo, no puedo’). Desde esta tribuna vuelvo a reivindicar, con fuerza, y muy seriamente, la cara B de vuestros zapatos. ¡Las francesitas!
Además, a los que Dios no nos bendijo con altura, nos hacéis parecer humanos, y no simples Umpa Lumpas al servicio de Willy Wonka, cuando estamos a vuestro lado.
En definitiva, no 0s quedéis nunca sólo con la primera impresión, aunque digan que es la que cuenta. Siempre habrá una cara B en todo, que puede que sea quién nos de la felicidad.
Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.
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