CAMINANDO AL DESCOMPÁS

CAMINANDO AL DESCOMPÁS

CAMINANDO AL DESCOMPÁS

Me encantan esos días en los que parece que el mundo se ha puesto de acuerdo conmigo y vamos acompasados perfectamente.
Los semáforos se van poniendo en verde a mi paso. La gente anda de forma ordenada creando huecos para facilitarme el paso. No me toca hacer cola en el banco ni en el supermercado. E incluso ¡nunca me dan la barra de pan poco cocida!

Bueno, pues esta última semana ha sido completamente lo contrario.

De esas en las que las aceras se estrechan para ocultar el más mínimo espacio por el que poder avanzar entre la gente, que encima van todos en la dirección opuesta a la tuya. Los marcos de las puertas cobran vida y se mueven a tu paso para que te choques contra ellos (haciéndose esto más palpable aún si vas con un recipiente con algo altamente caliente en la mano). Cuando sales, llueve. Y cuando vuelves a casa, luce el sol.
Los autobuses y metros se han propuesto que veas siempre su parte de atrás, por fuera, mientras se aleja sin remisión.

De cualquier programa que te puede llamar mínimamente la atención en TV, sólo ves el último minuto por casualidad. Sabiendo además, para tu desgracia, que nunca más lo emitirán, y que el TIVO no lo tiene dentro de su oferta de televisión a la carta.
Oyes una canción que no sabes cuál es. Sacas el móvil para cazarla con Shazam, pero en ese instante no desbloqueas a la primera; cuando lo consigues, ves que no habías cerrado Whatsapp la última vez, y te toca ir para atrás; y por supuesto, cuando por fin abres la app azul, la canción ya se ha acabado. Otra vez será. Eso sí, no sabes si será en este año o ya esperamos al siguiente.

¿Qué hacer en estos casos?
Intentar buscar la belleza del caos.

Pasar de ser un Mondrian, a un Kandinsky. De un diccionario, a una sopa de letras. Dejar de ser el más consonante de los versos para convertirte en la más bella de las prosas.
Siempre ha habido en la vida un desorden ordenado, por lo tanto, ¿por qué no iba a ser así tu descompás?
De una madeja de lana puede surgir el más perfecto de los ovillos, así que ovilla tu entorno. ¡¡Hazlo!!

Ya sabes, sea la semana ordenada o maravillosamente desordenada, moldéala a tu gusto, que para eso es tuya.

 

Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.

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