ALGO PASÓ EN 2018
Uno no sabe cómo se va a portar el año con él hasta que éste se acaba (como podréis observar, a mí este último me ha dado una clarividencia extraordinaria).
Así que como 2018 ha tocado a su fin, es momento de echar la vista atrás un poco –con cuidado de no girar demasiado el cuello–, a ver qué ha pasado.
Porque resulta que lo que en un principio iba a ser un año normal y corriente, se ha convertido en uno bastante significativo. Principalmente porque he dejado aquello que tantas alegrías me dio durante prácticamente los últimos 30 años, que se dice pronto: poner música de noche.
Dado que el tiempo pasa de forma inexorable y de manera impenitente, en este 2018 que acaba de terminar atisbé ciertas señales que me indicaban que mi tiempo estaba a punto de finalizar –significativa era aquella que cargaba sobre mi espalda, cada día después, un compendio de males que dibujaban en mi rostro la muerte–. Así que dije «Tate!! A mí la vida me está queriendo decir algo»
Con sólo acercar un poco la oreja oí que me estaba diciendo que nada de noche en mi vida. Que ya había cubierto todos los cupos por cubrir, y había hecho todo lo que tenía que hacer en ella. Más guardias de noche me iban a convertir en Lord Comandante, y tampoco era eso.
Así que dicho y hecho. En unos días va a hacer un año que dejé de poner música por las noches.
¿Que lo eché de menos en ese momento? Sin duda.
Pero con el tiempo no. Y que para nada lo añoro ahora mismo, también.
Además, para no sufrir demasiado el proceso de transformación, pasé a poner música al denominado tardeo. Lo que me llevó los primeros meses a ver más de cerca aún la muerte en mi rostro…
Porque no os engañéis «salgo de tarde y así a las 12 estoy en casa» es una mentira, que no por ser repetida muchas veces, se convierte en verdad. Salía a las 4 de la tarde y llegaba con el trino de los pájaros. Saludaba al portero dos veces.
Me costó unos meses adaptarme, la verdad. Y es que a pesar de que a este mundo se ha venido a sufrir, lo mío era masoquismo. En vez de recular tras una primera semana de dolor, fui probando poco a poco mis límites, no fuese que me equivocase.
Y un día lo logré.
Me propuse descubrir cómo eran los domingos por la mañana sin necesidad de tenerme que pasar toda la noche del sábado por ahí, y lo conseguí. Salía pronto y volvía pronto. Hubo un momento, de hecho, que hasta conseguí ver de primera mano la programación de las televisiones los sábados por la noche (que éste nunca sea el motivo, os aviso).
Pasados los meses incluso empecé a descubrir que tenía para mí más interés un miércoles por la tarde, o un viernes al mediodía, que cualquier sábado por la noche.
Y un día vi que llevaba casi cinco meses sin poner una canción, ni de día ni de noche, y tampoco había pasado nada…
Así que ahora estoy como los toreros, disponible sólo para eventos especiales y festivales benéficos.
Por lo tanto, en este 2019 si me queréis, hablad con mi apoderado. O en su defecto buscadme en la terraza de El Farolito, de lunes a viernes, a partir de las 19:00h.
Feliz año a todos!!
Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.
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