¡CLICK!
Vuelve a llegar la primavera y con ella mi particular apatía, mi desidia, mi desgana.
Que si la sumamos a la que suelo padecer de manera crónica per se, se convierten ambas en el Kraken del tedio.
Es por ello que, debido a la baja cadencia de mis biorritmos, tengo que adecuar mi actividad a esta vida que me ha tocado en suerte. Cosa ésta que no es fácil, dado que la sociedad que me rodea –que cada vez comprendo menos y a la que no preveo un acercamiento en el corto plazo– no ayuda con su vigoroso y electrizante ritmo. Haciendo que me convierta poco a poco en la tortuga de Esopo si me comparo con ella.
De todas maneras, y repasando mi diario en forma de blog que es esta web, puedo observar que esto me pasa todos los años, y que siempre he encontrado una salida.
Hace ya mucho que volví a escuchar música en formato físico para ralentizar la sensación sensorial auditiva, y no convertirla en algo que se hace de manera automática cada vez que uno se pone de fondo listas infinitas creadas por un algoritmo.
Durante mucho tiempo, y que dejé por problemas de espacio, escribí a máquina. Creando así, con cada frase, una nueva oportunidad de reflexión. Con cada coma, un suspiro. Con cada punto, un anhelo.
Rescaté del olvido el cassette, el Minidisc, el VHS… De todos ellos hice acopio. Me convertí en una especie de guardián del tiempo. De un tiempo con menos urgencias.
Y ahora, a todo ello, le sumo la fotografía analógica.
Como bien sabréis, la fotografía se ha convertido desde hace unos años en mi principal medio de expresión artística, por encima de cualquier otro.
Los caminos del Señor, que son inescrutables aun intentando estudiarlos, me han llevado a que lo que empezó siendo un hobby se haya convertido, en un porcentaje alto, en uno de mis medios habituales de ganarme la vida.
Lo bueno de esto es que me da de comer.
Lo malo es que he perdido con la fotografía –en su formato digital– algo del disfrute como actividad de ocio y esparcimiento que me proporcionaba.
Pero como de nada vale lamentarse, he encontrado, casi sin querer a pesar de tenerlo siempre a mi alcance, una oportunidad de disgregar el mundo fotográfico en dos. Por un lado su cara digital para lo laboral. Y por otro su cara analógica para lo placentero.
Siempre se contó que en el tercero izquierda del número 1 de la casa Mantilla, piso en el que vivía mi abuelo Bautista –junto con mi abuela Angelita y los diez hijos que a ambos les dio Dios (y que eran mi padre y sus hermanos)–, se transformó uno de los cuartos de baño de la casa en un laboratorio. Y que allí, entre las muchas actividades lúdicas y de aprendizaje que se ejecutaban, el revelado y la impresión de fotografía, era una de ellas.
Así que si he heredado de mi padre atusarme las cejas, ¡Cómo no iba a heredar esta afición al revelado químico!
También se cuenta que en el primero izquierda de la misma casa vivía una muchachita que se enamoró de uno de los hermanos del tercero. Se casó con él y tuvieron el buen hacer de traer al mundo a tres criaturas. Una de las cuales soy yo.
Pero esta es otra historia.
Y en estas me hayo. Empezando a recorrer un camino que no sé muy bien hacia dónde me llevará, pero que estoy seguro que me ayudará a entretenerme y a disfrutar de nuevo, como lo hacía hace no tanto, de la fotografía y de su manera de hacer ver el mundo con distintos prismas de manera pausada.
Además, espero así encontrar algo más de personalidad a la hora de fotografiar. Porque no nos engañemos, con los automatismos de las cámaras, y no os digo nada ya de los de los móviles, las fotos salen todos iguales. Y para hacer lo mismo que los demás, pues activo el botón de HDR del iPhone, y arreglado…
Por cierto,esta mañana he recogido mi primer carrete revelado, y la mezcla de emoción y satisfacción ha sido indescriptible. Aunque como las cosas de palacio van despacio, y las empresas de transporte hacen lo que pueden, todavía no tengo el equipo completo para poder ver mi obra en todo su esplender. Así que habrá que esperar un poco para ver cómo han quedado las fotos.
Pero como hemos dicho durante todo el texto, esperaremos pacientemente a tener todo. Que correr no siempre está bien ni es necesario.
De hecho, a la tortuga de Esopo en la que dije antes que me estaba convirtiendo no le fue mal en aquella carrera de la fábula.
Y si no que se lo pregunten a la liebre….
Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.
Comments (1)
Qué gusto leer lo que cuentas Paty!
Felicidades por este ‘nuevo camino’ de la fotografía y por seguir sintiendo emoción y satisfacción. Ojalá las mantengas toda la vida.
Un abrazo!