COMO AQUEL EPISODIO DE FRIENDS EN QUE…

Siempre me habría gustado vivir en Bedford St. esquina con Groove St. … ¿Qué dónde está eso?
¡Pues aquí!

Si después de ver esta imagen no sabes de que estoy hablando, sería mejor, ya no sólo que dejases de leer esto, si no que deberías plantearte no vivir en este planeta.

Mientras escribo, tengo puesta en la TV la serie de la que estoy hablando, que seguro nunca me cansaría de ver. Y por la que soy capaz de escribir sin mirar el teclado y no equivocarme… ¡¡¡FRIENDS!!!
(si fuese cualquier otra, lo más que conseguiría escribir sin mirar sería algo como «edna dea eun aoiend amde a», que aunque parece latín, no lo es).

La estoy viendo entera de nuevo desde el principio y en orden, tras haberla visto ya según se emitía, de forma desordenada mezclando capítulos de manera aleatoria, e incluso en distintas cadenas al mismo tiempo. Y nunca, nunca, me canso. Y siempre, siempre, me saca sonrisas.

¿Quién no quiso en algún momento de su vida vivir como lo hacían estos jóvenes neoyorkinos?
Los alquileres de pisos compartidos, seguro que se dispararon durante la emisión de la serie. Y si además conseguías hacerte con dos apartamentos contiguos, era ya la bomba (señores de la CIA que están leyendo, uso bomba en sentido figurativo. No tienen porque preocuparse).

Pero ¿por qué a todo el mundo le gusta?
Sencillo. Porque al igual que el Padrino o Los Simpsons, tiene la respuesta para todo.
«Anda, eso es como en el episodio de Friends que…»
(esta idea no es mía, como todos sabéis, pero es que es tan cierta, que no puedo dejar de mencionarla).

Quisimos tener una futbolín en casa, una torre de cd’s que hacía zigzag. Quisimos jugar a la bola de fuego, al Copas y, por supuesto, ¡a Engatusados!

Nunca supimos en qué trabajaba concretamente Charendler Cherendler Bong. Aunque sí que sabemos que cuando Ross se lio con Chloe, Rachel y él se estaban tomando un descanso.

A mí personalmente siempre me gustó mucho el tono irónico de Chandler. Pero cuando pienso esto, acto seguido me llega otra pensamiento a la cabeza: «Ya, pero y lo gracioso que es Joey. Aunque la languidez de Ross también tiene su encanto, aunque no haga más que separarse… Y por supuesto las chicas son geniales. ¿Quién no ha estado enamorado de alguna de ellas? ¡E incluso de las tres!».

Total, que queda claro que Friends siempre ha sido una serie coral. No se entiende un personaje sin el otro.
Y ¿qué me dices de esos secundarios que parece que no están, pero que sin ellos, algo faltaría? Si no, imagínate la serie sin Gunther, el señor Heckels, Trigger, patito y pollito, o «¡¡Oooooohh, Dios, mío!!», Janice.

¡Qué no sabes francés!
No hay problema. Phoebe te enseña para que te desenvuelvas perfectamente en cualquier situación… A no ser que seas Joey.

El café del Central Perk estoy seguro que tenía que saber a gloria, y más en esas tazas en las que incluso podrías meter la cabeza entera.
No me digáis que nunca habéis ido a comprar una taza de esas proporciones para tomar el desayuno, porque me mentiríais.

Y mención aparte merece ese símbolo de la serie, que lo fue sin hablar, sin actuar, sin ser algo aparentemente significativo, y que fue la última imagen que vinos de esa serie que nos hizo felices durante 10 años, al ritmo del Embryonic journey de Jefferson Airplane… ¡¡El marco de la mirilla!!

¿A qué te han entrado ganas de ver de nuevo la serie?
Pues permíteme un consejo. ¡¡Hazlo!! ¡¡No lo dudes!! Nunca será una pérdida de tiempo.
Y cuanto más tardes en hacerlo, menos feliz serás.
Quiero verte contento como en aquel episodio de Friends en que…

Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.

P. D.: a mí la que más me gustó siempre fue Mónica, sin duda. ¿Acaso lo dudabais?