HISTORIAS DE UNA CABINA: CARUSO

HISTORIAS DE UNA CABINA: CARUSO

HISTORIAS DE UNA CABINA: CARUSO

Ya dije el primer día que estas historias no iban a ser cronológicas. Porque la verdad, teniendo en cuenta la música que pongo, bien podía hablar del año 91 como del 2014.
Sí, soy así de original, de atemporal, de pesado y de todo. Aunque hay que reconocer que, últimamente, no os podréis quejar del cambio significativo que ha dado mi música. Ampliando mucho mis miras musicales, siguiendo vuestros consejos y peticiones.
Eso sí, por el reggaeton y «algo para perrear» sigo sin pasar.
Es más, los que pedís eso, ¿qué leches hacéis en Caruso?

Pues eso, que hoy voy a hablar en esta ocasión de Caruso. Que es ese bar que me tuvo 5 ó 6 años permanente apoyado en una esquina como cliente, y que me tiene ahora pegado en la otra esquina, como pinchadiscos.

Y para empezar, creo que merece que hable un poco, primero, de la época de cliente. La cual, he de decir, que aun se perpetúa en el tiempo. Porque debo ser la única persona que cuando no está trabajando, también pasa sus horas libres en su lugar en el mismo lugar de trabajo. Lo que sin duda dice mucho del bar.

Como clientes, hemos dado más guerra que los cartagineses a los romanos. Entre otras cosas porque allí «celebrábamos» las famosas post comidas de Horrorosos. En las cuales, entre 10 y 15 energúmenos, nos juntábamos para para exaltar la amistad y elevarla a las más altas cotas del mundo conocido.
Bendita Nuria. Qué paciencia tuvo –y sigue teniendo–. Gracias a la cual, a pesar de todas las perrerías que le hemos hecho, nos sigue hablando, Y hasta incluso, me atrevería a decir, apreciándonos.

Si es que en más de una ocasión (y de dos, y de tres, y de…) hemos llegado a hacer allí más horas que los propios camareros. Aguantando de manera estoica el paso de las horas, las inclemencias del tiempo, y los combinados multifrúticos que van pasando por delante nuestro cada vez que alguien dice «¡Otra ronda!».
Ese es el autentico espíritu olímpico de superación, que no os engañen.

Al fin y al cabo, la realización periódica de ejercicio reporta una mejora en la salud, lo cual es un aliciente para seguir realizándola.
Pero acodarte en una barra, ¿a dónde te lleva, más que a la ruina y a la destrucción del cuerpo humano?
Y a pesar de todo, lo hacemos. ¡Y justamente ahí reside el mérito!

Así que después de tantos años siendo un pilar para la economía del bar, decidí que ya era hora de empezar a equilibrar el balance de cuentas. Y ¿qué mejor manera que trabajar con ellos?
Por lo que cuando Fabi me ofreció entrar a formar parte de esa familia que es Caruso, que la es, a mí me pareció estupendo.

Además, me dijo algo que es lo mejor que te pueden decir si trabajas de pinchadiscos, –Pon lo que tú creas conveniente. Tienes total libertad–.
Y doy fe, que después de más de año y medio que llevo allí, esa máxima sigue presente.
Si no, decidme algo que no hayáis oído en el bar, o que no os haya podido poner por algún tipo de veto. Por allí han pasado desde The Beatles hasta Hombres G. Desde Fleetwood Mac hasta Supersubmarina. Leiva, Burning, Lynyrd Skynyrd, Bowie, M-Clan o Sidonie. Por supuesto, cuando el ambiente festivo se convierte en verbenero, por qué no poner The Refrescos, Siempre Así o Rafaella Carrá.
Yo estoy allí para animaros, y si el cuerpo pide eso, pues se me dice, y se pone.

Eso sí, no es fácil llegar a mí, ¿verdad?
No es fácil enfrentarse a esa escalera piscinera la primera vez. Aunque siempre hay recompensa, ya sea en forma de canción, o en forma de recuerdo fotográfico para mi álbum «Mi cabina, un club social». Que es ese monstruo que ha ido creciendo poco a poco, y del que tan orgulloso me siento, de verdad.

Me encanta cada vez que subís a haceros una foto conmigo, porque me hace sentir muy querido. Y es un recuerdo que guardaré con muchísimo cariño, y me traerá gratísimos recuerdos cada vez que lo vea.
Desde luego que está lo más granado y lo mejor de la sociedad vallisoletana, e incluso de alguna que otra provincia más. Ya sabéis «¿quién no se ha hecho una foto conmigo en la cabina?»…

Así que espero que por allí sigas pasando, con foto o sin foto, cuando queráis. Que encantado estaré de recibiros en mi pequeña atalaya desde la que domino todo el abarrotado páramo que es Caruso.
Y recordad, para bajar, ¡siempre de espaldas!

 

Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.

P.D.: Fabi, Nuria, Trutxa, Bea, Montaña, Alba, gracias por hacerme sentir como en casa.

(Visto 177 veces)

Comparte este post

Comments (4)

  • Richi Reply

    … y que sería de mi y mis noches sin ti Luis Gerardo? quien me hace saltar!!! el único que con el paso de los años me pone los Stones allá donde voy (vas)… costumbres que no cambian!

    19/11/2014 at 10:14 pm
    • Paty Reply

      Y siempre seguirán sonando!!
      Y Loquillo, y ACDC y Extremo… Sólo tienes que pedirlo (en ocasiones, en más de una ocasión), y sonará.
      Gracias Richi, por ser tan fiel a mis andanzas!!

      19/11/2014 at 10:24 pm
  • Magnífico Margarito Reply

    Tu cabina y tu blog (valga la redundancia) son cara y cruz de una misma visión. Ya son Bienes de Interés Cultural y por ello sigues poniendo grandes Bienes a nuestros grandes Males. Los grandes remedios no son lo nuestro.

    19/11/2014 at 11:55 pm
    • Paty Reply

      No sé ni que contestarle señor Magnífico Margarito… De verdad.
      Ya sabe que ambas cosas las hago desde el corazón, lo cual no estoy seguro que valga para sacar lo mejor de mí, pero bueno, con que a una persona le sirva de algo, me sentiré satisfecho.

      20/11/2014 at 12:26 am

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

MÁS COLUMNAS