LOS CICLOS DE LA VIDA
Hace un rato me preguntaban que dónde habían quedado esos domingos en los que te levantabas pronto para ir un rato al chalet a respirar aire fresco, con la cabeza completamente despejada y el cuerpo igual de fresco que la mente.
En respuesta a ello, he dicho que dado que la vida es cíclica, eso llegará de nuevo a nuestras vidas. Aunque eso sí, creo que no en fecha cercana en el tiempo.
Primero tendremos que quemar todas nuestras ganas internas de salir. Que en el caso de algunos, me temo, prende más que el mismísimo infierno.
Estos mismos ciclos vitales nos llevan a pensar cada lunes que, después de este finde, no vas a salir con tanta intensidad. Y te vas a tomar las noches con más calma (pudiendo sustituir la palabra noche, por copa).
Pero no es engañéis, dado que esas son sólo palabras vacuas.
Este pensamiento e ira interna hacia el salir, va menguando según avanza la semana.
Ya el miércoles, el odio se ha convertido en indiferencia. El jueves, igual hasta te animas y pisas discretamente un bar. Por fin, llega el viernes, y estás como un auténtico Miura esperando que se abran las puertas de toriles. Por lo que al terminar la semana el sábado (o el domingo los de grado avanzado) vas a acabar pensando lo mismo que la primera frase del párrafo anterior (y que si no recuerdas, deberías plantearte seriamente lo que en él se dice).
Pues por la misma regla de tres simple, que diría el gran Benito Lopera Perrote, los domingos, volverán, cual las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar, a ser aquellos días sanos en los que el aire fresco nos rodee.
Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.
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