LOS PROSPECTOS
El otro día, tras una larga e interesante charla con muchos de vosotros, descubrí un hecho curioso a la vez que repetido.
Los prospectos de las medicinas tienen vida propia.
Estoy seguro que, tras esta afirmación, a muchos de vosotros os ha venido a la cabeza el mismo pensamiento:
“Abras por donde abras la caja de las medicinas, allí está, todo sonriente, el prospecto”.
Y sí, es cierto. Siempre está.
Es como un truco de magia. Como una leyenda urbana que realmente es cierta. Como un ente con vida que, cuando se aburre y está a oscuras dentro de su caja, se dedica a dar vueltas para colocarse siempre en el lado que se va a abrir.
Luego están sus características propias, entre las cuales se encuentra el tener siempre forma de U pero curiosamente no simétrica, sino que siempre hay un lado mucho más largo.
Eso yo creo que es porque cuando has ido a abrir la caja, estaba en el otro lado y no le ha dado tiempo a colocarse y le has pillado a medio camino de llegar a tiempo.
También tenemos el prospecto de los jarabes, el cual yo creo que está pringoso incluso antes de que hayas abierto el frasco de medicina.
En un caso de extrema necesidad, si la medicina se ha terminado, siempre puedes chupar el prospecto dada la cantidad de medicina que hay en él.
Entre lo que se queda en el papel y lo que puede quedar en la cucharilla, se saca un frasco mini, fijo.
Que míticas esas cucharillas con un extremo modelo cuchara sopera y otro cucharilla de postre, eh!!
Tenemos el prospecto que se come sus propias medicinas.
¿Cuántas veces, cuando vas a coger una pastilla, te encuentras el blíster vacío?
(Lo cual, obviamente descubres en la segunda vez que abres la caja. Porque en la primera sólo ves el blanco del papel).
Entonces preguntas quién ha sido el que se ha tomado la última y no ha tirado la caja o a avisado para comprar una nueva. Y nunca ha sido nadie.
¿Solución?
El prospecto devorador ha sido el causante.
Lo cual me lleva al siguiente tipo, que es el modelo avestruz.
El modelo avestruz es ese que, ante el miedo de ser descubierto en su sitio correcto, desaparece antes de que puedes abrir la caja.
¿Y cuándo sucede esto?
Justamente en el momento en que esa medicina te hace falta y no te acuerdas de la posología. Así que ante el miedo de doparte, no tomas nada, y los males van a peor.
¿Qué me decís de ese que es tan extenso, que para leerlo tienes que desplegarlo como si fuese un plano de carreteras?
Nunca lo vuelves a doblar como estaba en su origen, por lo lo acabas dejando hecho un gurruño. Lo cual impide que puedas guardar todo en la caja de forma correcta, y acabes haciendo allí más presión que la que ejerce el agua en un submarino.
De todas maneras, estos tan extensos, dan miedo abrirles. Porque claro, para rellenar todo de texto, han puesto lo que se les ha pasado por la cabeza.
Lees las contraindicaciones, y piensas:
“Coño, mejor no lo tomo, que me voy a poner peor de lo que estoy”
Y luego están las advertencias:
“Tras la ingesta del medicamento, no conducir maquinaria pesada”
Claro, es que habitualmente voy la compra en una excavadora que tengo aparcada en el garaje.
¿Por qué justamente se hace esta advertencia y no por ejemplo, “tras la ingesta de este medicamento, no hacer microcirugía cerebral”?
No sé. Habrá que preguntárselo a los farmacéuticos.
Todo un mundo este de los prospectos…
Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.
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