MADRID. POR SIEMPRE Y PARA SIEMPRE
Madrid, 11 de diciembre de 2013.
Así deberían empezar todas las entradas de un blog. Como las cartas.
Y ésta en particular más. Porque voy a hablar de un tiempo pasado. Un tiempo en el que, precisamente, las cartas eran casi la única manera con la que hubiese podido hablar con muchos de los que ahora me leéis por aquí.
Nací en Valladolid. Me gusta Valladolid. Estoy orgulloso de ser vallisoletano, a pesar de que se esté convirtiendo en una ciudad muerta y triste –como bien reflejó en su día Magnífico Margarito en su Carta de amor y pena a Valladolid–.
Pero reconozco que Madrid es la niña de mis ojos.
Es la ciudad donde paso mis vacaciones «de invierno». Lo que me lleva a que la gente me llame loco.
Es el sitio donde me gusta perderme. Cosa que hago a menudo porque me despisto con frecuencia, pero no me importa.
Es ese sitio que me trae tan buenos recuerdos, que creo que de, momento, nada de lo que me dijesen de ella, podría cambiar ese sentimiento maravilloso que me evoca el oír pronunciar su nombre.
Madrid es para mí esa ciudad a la que venía a pasar todos los fines de año, desde que puedo recordar hasta hace relativamente poco (probablemente ya no tan poco, pero ya sabéis que soy malísimo fijando periodos de tiempo).
Cuando los Varela nos juntábamos en la casa –desde la que estoy escribiendo estas líneas, en la calle Pintor Juan Gris–, cerca de 40 personas, entre tíos y primos, para celebrar la Nochevieja. Y cuya celebración acababa a altas hora de la madrugada, con todos yéndonos a desayunar chocolate con churros a la chocolatería San Ginés.
Es esa ciudad donde aluciné al descubrir lo que era Cortilandia en El Corte Inglés de Preciados. Con ese montaje de El Arca de Noe, del que me sigo acordando.
Donde descubrí que había tiendas como VIPS y Crisol, que tenían de todo, o casi. Y otras como Madrid Rock en la que comencé mi colección de discos, cuando empecé a tener más años. E incluso algunas como Discos Metralleta o Discos Melocotón, donde se podían encontrar discos «piratas».
Esa ciudad que nos llevaba irremediablemente, Navidad tras Navidad, a ir los domingos por la mañana al Rastro –el cual, por cierto, hace muchísimos años que no visito–, a ver como se vendían las cosas más dispares que te podías imaginar. Para acabar esa mañana comiendo un bocata de calamares, en las adyacentes de la Plaza Mayor, con Pepsi (porque sí, recuerdo que nunca había Coca-Cola, sino Pepsi. Pero que dado lo que pagabas por el menú completo, ¡cómo para protestar!).
Y rematabas el día recorriendo sus calles viendo la fantástica iluminación navideña que tanto me gustaba.
Es esa ciudad que hace que cada año me levante el 1 de enero a escuchar El Concierto de Año Nuevo y dar palmas con la Marcha Radetzky de Johann Strauss (padre –como nos recuerdan siempre en la retransmisión–). Porque fue en ella donde aprendí, al amparo de mi padre, lo que era ese concierto.
Es esa ciudad en la que me hacía una ruta con mis primos, los Adánez, que me llevaba a subir desde el Parque de las Avenidas hasta Goya. Pasando por Manuel Becerra a comer perritos en el David por 25 pesetas, y acabando en Viena Capellanes o Mallorca, comprando algún dulce.
Donde con el tiempo, y gracias a mi madre, conocí Lhardy y su consomé. O La Taberna de los Alabarderos, después de visitar el Palacio de Oriente. Así como otros tantos pequeños rincones gastronómicos con ese encanto tan especial que sólo tienen los bares y restaurantes de Madrid
Es esa ciudad en la que aquel agosto de finales de los 80, primeros de los 90, que pasé entero por iniciativa propia, descubrí quién era Hendrix, The Who, Led Zeppelin, y por supuesto Bruce Springsteen. Que para eso mi primo Alfonso, baterista de mis adorados Los Madison («un grupo tiene que llamarse siempre Los algo»), es el fan número uno del genio de Nueva Jersey.
Cuando descubrí un sitio que llamaban «La jonqui» (pobre de mí, y mi incultura musical de entonces), que daba conciertos a diario. Y que al parecer eran todos muy buenos.
Esa ciudad a la que grandes músicos dedican sus canciones porque les inspira, les escucha y les ayuda a darse a conocer. Como no podía ser de otra manera.
Es esa ciudad que despertó en mí, de forma tardía cierto es, mi afición a ver exposiciones. Y que hace que me escape unos días de vez en cuando para visitar todas las itinerantes que puedo.
Es donde descubrí esa maravilla que es la Casa Museo Sorolla, cuya visita es una regresión al pasado absoluta. E igual de interesante que de reconfortante.
Y por qué no decirlo, donde espero que alguna vez se cumpla ese dicho de la abuela de un amigo que decía «que a la mujer de tu vida la encuentres en un museo y no en una discoteca». Y que dado lo poco que frecuento últimamente esta última, y de manera más habitual lo primero, estamos cerca de que se convierta en realidad.
En definitiva, y por si aún no os ha quedado claro, es esa ciudad a la que siempre querré. Porque sí. Porque es parte de mi vida y de mi historia. Donde vive gran parte de mi familia y de mis amigos. Y donde tengo muchos de los más bellos recuerdos que viven en mi interior y que nunca, espero, olvide.
Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.
Comments (11)
Si. Casi. Madrid, tendrá de todo, no lo niego. Pero aquí, en Pucela, respiras y el aire es aire, no pura mierda. Aquí, sales desde cualquier punto de Valladolid y en 15 min en coche, estas en la otra punta, sin necesidad de pagar un pastizal de metro para ver gente penosa, mirar la ventana de un vagón que da una negrura más grande que la de su propio corazón. Aquí, aunque tengamos un alcalde que es sobrada y probadamente imbécil, no tenemos a la señora de Aznar que toma «relaxings cups of cafe con leche» y se va a las huelgas de los operarios de basura con abrigo de visón. Aquí, tenemos el mejor vino del mundo y el mejor lechazo del mundo y no somos tan abiertamente subnormales como si lo son en Madrid de decir que «el rioja es lo mejor» cuando todos sabemos que, salvando algunas botellas y cosechas, casi todo el vino de la Ribera no es solo el mejor de España, si no el mejor del mundo. Es cierto, Valladolid esta muerta. Y lo está por gente como tu que pensáis que solo hay futuro en Madrid y no queréis quedaros a luchar por vuestra tierra. Es más bonito mirar hacia otro lado (por ejemplo, Madrid) donde ya está todo hecho (o eso piensan los madrileños, que se creen el ombligo del mundo, que esa es otra). Así nos va.
Me temo que opinas muy confiadamente sobre lo poco que hago por mi ciudad, cuando creo que para empezar no sabes si trabajo en Valladolid o en Madrid.
Y eso, querido amigo, es un poco arriesgado.
Además, no sé si te has dado cuenta, que yo para hablar bien de un sitio, no he tenido que hablar mal de otro, si no simplemente he constatado lo que se está viendo, o es que acaso no paseas por las calles de nuestra ciudad y ves como están las cosas.
De todas maneras, muchas gracias por haber leído el post, y más agradecido aún de que hayas compartido tu punto de vista, lo que me parece fenomenal.
Un saludo.
Estimado Señoruco,
Si Valladolid no avanza, desde mi punto de vista, es por gente como usted. Gente que vive a la defensiva. Gente egocéntrica. Gente mal educada. Gente que un mero análisis de los sentimientos y recuerdos que evoca otra ciudad en un vallisoletano, le provoca una ofensa hacia su persona y hacia su ciudad, que también es la mía, en manifiesta decadencia.
En cuanto a la comparativa política, a día de hoy, no creo que ningún español esté libre de esa losa. Me da igual la Sra. Botella que ostenta un cargo público de suma importancia por ser la mujer de..que Don León, que lo hace por ser quien le hacía las revisiones vaginales a la mujer de… Para mi no hay diferencia.
Sin ser un entendido mas allá de lo que me dicta mi paladar, he probado Riberas del Duero tan buenos o más que el mejor de los Riojas y viceversa. A su entender, esto es una prueba de mi abierta subnormalidad. Al mío, es es una demostración de mi capacidad de disfrutar de la esencia de la variedad, facultad que mucho me temo, usted no goza.
En cuanto a la gente penosa con negros corazones, de la que habla en el metro…solo le puedo decir que cualquier vagón elegido al azar, cualquier día a cualquier hora; desprende más vida, más variedad, más historias y más respeto que el lugar más concurrido de Valladolid cualquier martes a las 22 h. A usted le esclaviza tardar más de 15 minutos en llegar a algún lugar, a mi me hace libre esa amplitud, dándome la posibilidad de conocer mucho más debido a una mayor extensión.
Para finalizar, le voy a dar lo que yo creo que es la receta para la gripe que sufre su ciudad, que como ya le he dicho, también es la mía; Menos gente como usted y unos cientos o miles más como quien ha escrito este Post. Más gente viajada, de miras abiertas, creativa, y menos retrógrados, inmovilistas. Más variedad, posibilidad de cambio y menos estancamiento y retroalimentación del ego. Mas Patys y menos Señorucos y Señoritos.
Un afectuoso saludo a quien tiene la libertad de escribir su opinión.
Bien. Vayamos por partes. Escribe usted con mucha corrección. Pero no se inquiete. Acabo de sentarme en mi sillón mágico de la RAE, y podré escribir esta misiva digital, aunque no creo que llegue a su nivel tan versado en letras, ya que por desgracia, asistí a un colegio privado. Pensaba que podríamos ser más informales, pero es notorio que las personas faltas de argumentos suelen recurrir a estilos del lenguaje muy intrincados para evitar decir algo interesante. No se tome esta circunstancia como algo personal, no estoy diciendo que usted lo haga. Quizá, este sentado en su sillón orejero ahora, con las zapatillas de cuadros, pipa y monóculo, y este no sea su caso. No me dilato más.
Lo primero, quizá pedir disculpas si alguien se ha sentido contrariado a raíz de mi comentario anterior. No era mi intención ofender, si no defender. Yo cometí el error de recriminar a Paty Varela, si hace algo por su ciudad sin saber. Sigo sin saber, por cierto, que es lo que este señor hace por su ciudad, aunque no dudo que haga eso que dice que hace por defenderla. Escribir posts bonitos sobre su propia ciudad, no, desde luego.
Me gustaría, tuvieran a bien entender y comprender, que no existe ningún madrileño defendiendo Valladolid. Todo lo contrario, se dedican a decir que Valladolid es una «mierda fea» (claro… solo se fijan en el paseo Zorrilla, lleno de los horrores que el Sr. de la Riva nos ha ido colocando: el toro sin orejas, la casa que se cae, la V roñosa…). Dicen, con soltura, que Valladolid está llena de fachas, de gente fría y asquerosa. He tenido la desgracia, de conocer muchos madrileños y de estar trabajando allí más tiempo del que me gustaría reconocer. Me he llegado a sentir extranjero en la que debería ser mi propia tierra, porque esa gente solo sabe soltar pestes de Valladolid. Si ellos no nos defienden (ni a nosotros ni a nadie, porque solo son capaces de verse su propio ombligo), no comprendo porque alguien de Valladolid que ama su ciudad, es capaz de escribir un post ensalzando las virtudes de la ciudad del cielo ponzoñoso (curioso, ni usted ni el bloguer hacen referencia a este hecho) pero no a su tierra propia. En vez de eso, pretenden hacernos creer al lector, que tardar una hora en un desplazamiento es algo maravilloso. Lo será para usted. El resto de la gente, preferimos quedarnos una hora más en la cama, o tomando un ribera, oiga.
¿Si no hacemos patria y publicidad nosotros mismos de nuestra ciudad, quien lo va a hacer?¿León de la Riva?
Estoy de acuerdo con usted. Hacen falta menos señoritos de letra versada, y más gente que arrime el hombro.
Y aun le diré más. Si fuera verdad que gente como la que usted piensa que soy yo no deja avanzar a Valladolid, Madrid se habría hundido en su propia mierda hace siglos.
Qué manía le ha cogido con que yo no hago nada por mi ciudad, sin seguir sabiendo si lo hago. Y a hablar de políticos…
Para eso creo que hay muchísimas bitácoras en las que puede hablar de sus simpatías y sus manías hacia nuestros gobernantes.
Pero bueno, nada, usted siga expresándose que para eso están estos medios.
P.D.: para que se quede más tranquilo, le diré que trabajo con una empresa que se dedica a promocionar, casi en exclusiva, vinos de nuestra querida Ribera del Duero, y productos artesanales de la provincia. Por si ha dudado de mi amor a mi ciudad.
Estimado Señoruco,
Voy a permitirme el lujo de hablarte de tu, dado que «la letra versada» te provoca irritación también.
Primero aclararte que estoy sentado en una silla de IKEA fumándome un Pueblo de liar, que me está sabiendo divino.
Segundo; vuelves a caer en el error de acusar sin preguntar. Lo lógico sería una pregunta al bloguer a cerca de su compromiso para con Valladolid, pero sin embargo decides decirle lo que no hace.
Tercero; Has convertido o intentado convertir ese hilo en una guerra entre ciudades y sus gentes, que solo existe en tu cabeza. Soy vallisoletano, me encanta el cuarto de catedral que tenemos, la iglesia de San Pablo, el lechazo, el Ribera del Duero, las croquetas del Corcho, la calle Expósitos, la feria de Valladolid, y cientos de cosas más de mi ciudad de nacimiento. Lo cual no quita para que pueda valorar y apreciar el Rastro, las iguales calles de Malasaña, los domingos en la Latina, los conciertos de madrugada del Lady Pepa´s, los paseos por el Palacio de Oriente o simplemente el sabor de Madrid, que desde hace 4 ó 5 años también es mi ciudad.
Como te dije en mi anterior comentario, para mi el valor está en poder elegir y no tener que quedarme con lo que involuntariamente se me ha otorgado. Creo no equivocarme cuando digo que el responsable de este post piensa igual. No se necesita menospreciar algo para ensalzar otro algo, eso es signo de debilidad.
Por eso y a modo de cierre te invito a abrir los ojos y los sentidos, aprovechar esa hora de más que quieres para dormir e invertirla en moverte y quedarte con lo bueno que te da Valladolid, Madrid, o cualquier lugar en el mundo, en el que se pueda disfrutar aunque sea un rato…
Adivina quién era vecina de la calle de al lado de Bailén y quién es vecina de la paralela a Juan Gris…
Ay. Y a mí que el amor a Madrid se me pasó cuando me tuve que empadronar en ella…
Estamos predestinados, Paulita!!
Predestinados a ser vecinos, no te asustes.
Bueno, entonces ahora, en vez de amor, simplemente le tienes cariño, que también me vale. Además te pilla al lado de casa la expo de Arte Canal!!