ME RINDO

ME RINDO

ME RINDO

Me rindo. Habéis ganado.
No soy tan feliz como lo sois vosotros. Definitivamente mi vida es aburrida y no se puede comparar con la vuestra.

«Qué tío más plomo y envidioso» podréis decir.
No. ¡Al contrario! Me encanta que a todos os vaya bien.
Ojalá pudiese ser uno más en esa felicidad plena.

Simplemente digo que me retiro de la carrera por ver quién es más feliz y tienes los planes más divertidos. No tengo capacidad ni medios para poder competir.
Me limitaré a vivir mi vida de forma pacífica y tranquila. Nunca más buscaré hacer algo extraordinario y/o fantástico.
Más que nada porque, y no os voy a engañar, soy feliz haciendo cosas de lo más normales –dado que para raro ya estoy yo–.

Soy capaz, por ejemplo, de pasarme una tarde entera–por no decir el día– viendo el Canal Viajar (ahora mismo están emitiendo un programa sobre Coruña de noche, que es para quitarse el sombrero).
No me aburre, y es la única manera que tengo de conocer, de momento, lo que no puedo visitar en persona.
¡La de cosas que se aprenden, además!

Esto no tiene nada de especial, lo sé. Pero tampoco lo tiene tomarse por la mañana un té en una taza sin dibujos ni decoración alguna –con una tostada que hasta puede estar un poco quemada–. Y sin embargo, me gusta.
Me gusta tanto, que no puedo ni esperar a hacerle una foto antes de degustarlo.
Soy tan pragmático, que el desayuno lo hago para alimentarme –y como mucho para disfrutar de este momento de calma previo a la tempestad–, no para que lo publique el TELVA.

Y casi más que una tostada un poco quemada, me encantan, por ejemplo, unas simples patatas guisadas, acompañadas de un trozo de pan cortado a mano y por un vaso de Duralex lleno de agua, que por supuesto no tiene ni olor, ni color, ni sabor.
Un día le hago una foto, a ver si no explotan las redes sociales ante tanta cotidianidad.
(se la haré al plato vacío, por supuesto).

Soy capaz de ir a un concierto y hacer sólo una foto. ¡E incluso ninguna!
Como dice mi admirado Leiva, «apagad los móviles y disfrutad del concierto con los sentidos».
O algo así decía, dado que, siguiendo con la dinámica, tampoco tengo una mente privilegiada capaz de acordarse de todo, lo cual me ha llevado a vivir grandes momentos entre amigos, al no acordarnos ninguno al 100% de algo, y debatir durante horas sobre algo al amparo de unas cañas.

«Además de envidioso, es insulso», pensareis alguno.
Pues sí, lo soy, pero cómo explicar que me vuelvo vulgar al bajarme de cada escenario, que diría Enrique Urquijo.
Será que con la edad me he vuelto así, y hay días que no tengo ganas de nada. Que estoy cansado. Que sólo quiero estar a solas conmigo mismo, sin pensar más que en las cosas que me acompañan cada día y que no tienen lugar para entrar en el libro de lo extraordinario.
Y es que yo no nací Dios. Ni siquiera semi Dios. Nací humano, y por lo tanto tengo flaquezas y sufro debilidades. E igual es hora de decir en voz alta que las tengo, y no me importa.

 

Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis!!

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Comments (2)

  • Pablo Castro Reply

    Pues que viva lo intrascendente y aburrido si es así de natural!

    19/10/2017 at 5:18 am
    • patyvarela Reply

      Siempre natural, que al fin y al cabo es lo que es, sin artificios.
      Así además, no corres riesgo de acabar agotado por fingir.
      Un abrazo, Pablo!!

      19/10/2017 at 7:06 am

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