MÚSICA Y ADOLESCENCIA
De nuevo julio. De nuevo verano. Y de nuevo me invade la apatía propia de ese periodo de tiempo en el que no hay consuelo suficiente que haga que no añore ya la llegada de, por lo menos, septiembre.
Además hay que escribir, casi por obligación. Porque esto –el blog– es de las pocas cosas que quedan plenamente mías. Es uno de los pocos tesoros que aun poseo. Y aunque ya en periodo de retirada, todavía funciona.
Encima hay que llenar el hueco sabiendo que no va a atraer muchas miradas. Por lo que se suele recurrir a cosas que no cuesten mucho esfuerzo y que, con un poco de suerte, produzcan algo curioso a ojos de los demás.
¿La solución? Una lista.
Lo único que hace falta es dar con la lista adecuada. Una que levante un mínimo interés; ya sea por lo que cuenta o por sobre quién lo cuenta.
En estas me hallaba, pensado sobre qué giraría la mía de este año, cuando ha llegado a mí la primera obra de un amigo, el cual ha tenido a bien mandármela para que le diese mi opinión.
Versa sobre un grupo de amigos en su adolescencia que perfectamente podríamos ser cualquiera de vosotros.
Y sobre música. La cual se haya de manera muy orgánica en la propia obra, entre otras cosas por temas de propiedad intelectual (una lástima que no se puede usar de otra manera).
Así que ¿por qué no escribir sobre adolescencia y música? De lo segundo, algo sé. Y de lo primero, pudiera parecer que aún la estuviese viviendo si no fuese porque el pagar impuestos me devuelve a la cruda realidad.
Aquí vamos.
MÚSICA Y ADOLESCENCIA:
- Si entre los 13 años y la muerte has formado un grupo de música, lo has hecho para ligar.
Y si fue a los 13, era para ligar con las chicas de fuera de tu colegio, por esa extraña razón que te impide hacerlo con las que tienes a dos pupitres de distancia. Desde los tiempos de los ilustres conquistadores españoles, siempre nos ha gustado adentrarnos en territorio desconocido. Si te querías ligar a alguien de tu colegio la única opción que había es que no fuese de tu curso. Esas leyes no las escribí yo; se heredaban como el derecho consuetudinario.
También he de decir que el último batería que ligó fue Ringo Starr. - El primer disco que te compras dice mucho de ti. El mío fue «Mis problemas con las mujeres» de Loquillo, y así llevo desde el 87. De haberlo sabido antes hubiese elegido «Buena Suerte» de Los Rodríguez, por ejemplo. También os digo que por lo menos no elegí «Ascensor para el cadalso» de Miles Davis…
- De mucha de la música que escuchabas en esa época reniegas durante unos años para aparentar ser lo que no eres delante de otros a los que realmente les importas poco. Pero una vez que descubres que ya te da igual lo que digan los demás, y te das cuenta de que esos años en los que te creías el más listo fueron en realidad el momento en el que fuiste el más tonto, la vuelves a oír.
- Con aquellas canciones intentamos aprender inglés. Con las de ahora lo más que se consigue es hablar peor el castellano.
- Todas mis canciones llevan adjuntas un nombre de mujer.
- Siempre hay una canción que se convierte en «Nuestra canción».
En mi caso, al no haber nadie más, aparte de mí, en mi estado civil, no puede haber un «nosotros». Por lo tanto no hay un «Nuestra». Así que pensad en las vuestras cuando leáis esto que seguro que la tenéis. - Piensa en la canción del verano, tan típica de aquellas épocas. El año en que ya no sepas cuál fue será el que marque el punto de inflexión en el que te empezaste a convertir en «señor mayor» y ya no estabas al tanto de la música actual. Si el motivo de no acordarte es que te falla la memoria, también significa que eres un «señor mayor».
- Las letras de las canciones de otros las has usado para ligar. No has sido capaz ni de intentar cambiar una coma para hacerlas un poco más tuyas. Has cantado «María», de Modestia, a chicas llamadas Ana, Blanca o Macarena, y te ha dado igual. Y si sabes quienes son Ana, Blanca y Macarena, significa que eres amigo mío desde hace muchos años. Muchísimos.
- Y para acabar, dar las gracias a todos los grupos de música que pusieron banda sonora a mi adolescencia y juventud.
Sus canciones me abrieron puertas, me las cerraron, me animaron a salir. A salir mucho, diría… Pero mucho, mucho, mucho… Me hicieron conocer a muchas personas, de las cuales a algunas no las he vuelto a ver desde el día que las conocí y me agarré a ellas para cantar en un concierto como su fuésemos amigos de toda la vida. Me quitaron horas de estudio, aunque al mismo tiempo me formaron de otra manera.
Sin ellos, y sus discos, todo hubiese sido más aburrido.
Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.
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