NYC 04

La jornada de la confraternización.
¿Recordáis que ayer os dije que me dirigía a una misa gospel y que esperaba que me recibieran cordialmente? Pues he de decir, sin intención de desvelaros nada, porque a mí me hizo mucha ilusión lo que allí sucedió, que no sólo fue así, sino que superó ampliamente mis expectativas.
Así que como bien oí en multitud de ocasiones ayer, “AMÉN”.

Sigo descubriendo cosas nuevas. Y la que tocó ayer, que además me va a dar pie a entender mejor la nueva película de Woody Allen “A rainy day in New York”, no fue otra que la lluvia. Que además me temo que va a ser compañera de aventuras algunos días más.

”Hasta la lluvia en NY es distinta. Te va a gustar” me decían.
Vamos a ver, tampoco es eso. La lluvia, fuera de un techo, y más aún si estás de viaje con continuas salidas, nunca es cómoda.
Soy el primero en reconocer que me encanta calarme en la calle, pero cuando sé que a los pocos minutos voy a estar en mi casa, bajo la ducha, y con la posibilidad de tomarme algo caliente,
Pero pensar que estás de excursión, que uno de los objetivos es ver la ciudad desde las alturas, y está lloviendo, no es lo más positivo que se me pasa por la cabeza.
Pero a grandes males, grandes remedios. Así que al MoMA que nos fuimos –al igual que otras 2 millones de personas–.

No haré mucha incidencia en esto. Porque tengo una visión muy concreta del arte y no quiero ofender a nadie (sobre todo a la planta 2 en general). Pero mira, haber visitado una de las joyas de la ciudad me sirve para ejercer un poco de chovinista. Y aplaudir con fuerza los museos que tenemos en España. Con mucha fuerza, además.

Poco más que decir del día de ayer. Salvo por la necesidad que me llega cada noche de que llegue el día siguiente para ir descubriendo cosas nuevas.
Al aterrizar tenia sensación que nos iban a sobrar días, pero ahora mismo, tras tres, y a falta de siete, tengo claro que lo único que no me va a sobrar es eso, tiempo.
Bueno, ni dinero.

Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.