QUE BONITOS SON LOS COMIENZOS

Con la llegada de la primavera…
Que ya ha llegado hace una buena temporada, lo sé. Pero es que yo voy con un poco de retraso, dado que a veces me dicen que soy GMT+1 y otras veces soy GMT sin más, por lo que tengo un lío importante. Y para mí que vivo en otra época…
Seguro que la culpa de todo es de Greenwich, que tiene nombre de sandwich vegetal.

Bueno, a lo que iba.
Con la llegada de la primavera, me ha venido a la cabeza lo bonito que son los comienzos de las cosas.
En primavera se va acabando el frío, aparece el sol, las flores empiezan a florecer, los pajaritos cantan, las nubes se levantan…

Otro claro ejemplo de las bondades de los comienzos es el primer sorbo de una caña. Sin duda, el mejor. El más rico y fresquito.

¿Qué tenía de bonito la vuelta al cole?
Forrar la carpeta con las fotos de, siguiendo la evolución en el tiempo, personajes de Barrio Sésamo, deportistas preferidos, ídolos musicales, para terminar ya directamente con fotos de modelos buenorras en bañador o con trajes insinuantes.
Y ¿cuándo ocurría esto? Al comienzo del año escolar.

Lo más bonito del amor se produce al comienzo también.
Todo son bonitas palabras, halagos, cariños y carantoñas.
Ella te parece lo más bonito que Dios ha creado, y no podrías vivir sin ella.

Pero, y sin ánimo de ser negativo, también me vino a la cabeza que según termina el comienzo, las cosas se van tornando en algo menos bonito.

La que en su día te pareció tu alma gemela, se fue con otro y a ti te ha dejado hecho un despojo que va de esquina en esquina oyendo las canciones tristes de Los Secretos. Que si ya de por sí son cortavenas, haceos una idea de cómo son las tristes.

Y yo me pregunto: ¿Por qué cuando estamos melancólicos nos da por escuchar canciones tristes?
Nos queremos ahorcar, ¿o qué?
¿No sería mejor escuchar canciones animadas?

Todo el esplendor de esa carpeta, con su papel transparente brillante, se vuelve en oscuridad y agobio.
Dentro de ella llevas todas las cosas que más odias del colegio: apuntes, exámenes mal hechos, cartas de disciplina.
Y encima cada vez pesa más y es más molesta (aunque he de confesar que la mía era un mundo aparte del que hablaré otro día).

Esa cerveza que en su primer trago te sabía a néctar de los dioses (también llamada ambrosía, que no Ambrosia, que esa era una portera que yo tuve con muy mala leche, y que era lo más opuesto a algo bueno y bonito), se está calentando. Ha perdido su espuma, y no os digo a qué se parece, porque todos lo sabemos.

¿Y esa primavera florida?
Esa ha empezado a ser una máquina de hacer polen que hace que tu alergia esté en su máximo esplendor y tu nariz tenga una tonalidad parecida a la del reno Rudolph.
Y lo que florece, además de las flores, son también las carnes fofas de aquellas mujeres (y hombres también, por supuesto, pero me influye menos) que se empeñan en llevar camisetas sin mangas y el ombligo al aire.
Por Dios, ¡¡un poco de decencia!!
He visto jamones curándose que cuelgan menos que las carnes que se ven por ahí.

Pero bueno, como todavía estamos en los comienzos, esperemos que la primavera siga igual de soleada y hermosa. Que las mujeres nos sigan queriendo como el primer día. Y por supuesto, que las cañitas sigan estando fresquitas y que tengan su magdalena de espuma bien tirada y en todo lo alto.
(y como no, de nuevo acabamos hablando de irse a tomar cañas).

Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.