MI ÉXODO ESTIVAL
10 de julio de 2016. Domingo por la tarde.
El calor es horrible, y no hay quien haga nada a más de medio metro de cualquier aparato capaz de refrescar el aire.
El finde de semana ha sido extremadamente duro. Y haber pinchado anoche me ha llevado a comprender lo que realmente amo la música.
Porque si estando como estaba llegué a disfrutar del trabajo –y hacer disfrutar a los demás del mismo–, queda claro que las cosas hay que hacerlas por amor antes que por dinero, si no quieres convertir algo que amas en una obligación insoportable.
Llevo más de media hora con el portátil encima de las piernas, mirando su escritorio como el que mira el horizonte un día de melancolía. Y sólo puedo preguntarme:
¿Dónde quedaron aquellos veranos de diversión de seguidillo, como el chotis?
Encima, de fondo, tengo la peor Eurocopa de las que recuerdo. Lo cual no ayuda a mitigar este hastío veraniego.
«Vente a la piscina», me dicen algunos.
Podría ser una opción. Más que nada porque sería una forma eficaz de refrescarme. Pero el sol… Ay el sol… Hay elementos de peligrosa radiactividad a los que tengo menos alergia.
Y claro, si del agua no me puedo tumbar al sol a secarme, sólo me queda meterme en el bar. Y todos sabemos que un refresco no me voy a beber, teniendo cerveza fresquita a mano.
Por lo que también descartamos ese plan. El domingo es para descansar del todo y de todo.
Así que tras valorar hacerme Navy Seal, construir una Catedral con mis propias manos, o desarrollar la teletransportación, he decidido que lo mejor es quedarme en casa y empezar a tachar cruces de «Cosas que tengo pendientes para hacer en verano».
Empecemos:
1.- Tengo acumuladas en la estantería un curioso número de películas que, por un motivo o por otro, he comprado y aún no he visto. Y algunas de ellas me apetecen bastante.
A saber: «La juventud», «Fantástico Sr.Fox», «Moonrise Kingdom», «El gran hotel Budapest» (ésta la vi en el cine en su día, pero gracias a mi memoria de pez, cuando la vea, será como si fuese la primera vez), «Eternal» y «Matar a un ruiseñor».
Un poco de todo, e incluso de años completamente distintos. En la variedad está el gusto.
2.- Gracias a mi reciente adquisición de un Kindle, estoy desatado con la lectura. Porque si para otras artes me encanta, como ya sabéis, el formato físico tradicional, con los libros he de reconocer que este formato digital me ha dado alas a la hora de devorar libros. «El libro de los Baltimore» le espero con ansia tras lo que me gustó «La verdad sobre el caso Harry Quebert»; «A sangre fría», y las obras de Hemingway (que me ha atrapado tras «París era una fiesta»), me esperan después. Y por supuesto, cualquier sugerencia que me llegue, será bien recibida.
3.- La discografía de Miles Davis me reclama.
Cuanto más le escucho más me gusta, pero al mismo tiempo menos comprendo la variedad de jazz que existe. Y dentro de la carrera de este hombre, que interpretaba de espaldas al mundo (gracias Ser por el apunte), que le dio a todos los palos y fue un innovador en varios momentos de su vida, hay muchos de ellos.
4.- Lograr la receta maestra familiar del gazpacho salvando mis nuevas intolerancias –que han fichado al pepino y en parte al ajo–.
El secreto va a estar en el pimentón, lo estoy viendo. No vamos mal, pero aún le queda mucho para llegar a la excelencia que lograba con el otro.
5.- Aprender a escribir algo que tenga introducción, nudo y desenlace, aunque sea de forma simbólica. Y que me obligue a planificar una trama desde un inicio –no como con estos comederos de coco que salen de mi desestructurada cabeza, de forma espontánea según le voy dando a las teclas–.
Me encantaría saber escribir así. Pero aún no sé si para eso hay que haber nacido con ese don, o es algo que se puede ir adquiriendo con el tiempo.
Me la voy a jugar a pesar de dudar bastante de tener ese don, ¡venga!
6.- Y sí, a pesar de todo, cogeré unos días de vacaciones en los que espero no hacer caso en absoluto a lo que dice esta estupenda rubia cervecista, de nombre Paloma, en su último post, que podéis leer aquí.
Y con esto espero llegar vivo a septiembre –ese oasis en el desierto para los que odiamos el verano y su climatología–.
Espero que a los que os guste, lo disfrutéis. Y a los que no, que seáis capaces de afrontarlo lo mejor posible con vuestras propias casillas para marcar.
Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.
P.D.: tengo que hacer un punto anexo que sería el mantener mi nueva faceta de ciclista indoor, que me está llevando a una vida más saludable y a casi mirar cara a cara, como en las sevillanas, a las camisas Slim Fit.
Comments (2)
Jajajaja, me encanta! A la rubia cervecista no le hagas ningún caso… Mucho ánimo con ese caló y Galicia te espera con los brazos abiertos!! Ya me contarás qué tal es ese gazpacho ‘a la gallega’ con pimentón 😉
Jajajajajajaja
Crack, que eres una crack!!
Pues mira, puede que Sanxenxo sea un buen momento de experimentar uno de esos gazpachos a la gallega (la verdad es que siempre uso pimentón, pero ahora va a haber que aumentar la cantidad para equilibrar)