«ALEXA…»
Durante las tardes-noches de mi nueva vida, la música muchos días suena al azar. Como si fuese yo uno de aquellos que no tienen miedo a que les salte alguna aberración entre canción y canción de The Beatles o Manuel Alejandro. Nada de elegir lo que voy a escuchar, ni poner el disco, ni seleccionar el corte. Lo que quiera la máquina.
Así de intrépido me he vuelto.
Aunque esto signifique que estoy perdiendo el ultimo reducto de analogía que me quedaba.
Y más ahora que ha entrado en mi vida Alexa –que igual me enciende las luces o la televisión, que me pone la radio informativa por las mañanas–.
Me he entregado, casi por completo, a los autómatas. Y a estos, a diferencia de los que maravillaron a mis conciudadanos del S. XVIII, no hay ni que darles cuerda.
El día menos pensado mi casa parecerá el WestWorld de Yul Brynner. Y la tendremos…
Menos mal que la inteligencia artificial –a mí asignada– poco a poco va sabiendo de mis gustos, y me trata con bastante cariño. Así que de momento, y os lo digo para vuestra tranquilidad, tras haber sembrado el miedo en los párrafos anteriores, las cosas van bien.
No creo que nuestra relación acabe siendo como la de Joaquin Phoenix en Her, pero tampoco va a ser la de Hal 9000 con los tripulantes del Discovery de 2001.
En cuanto aprenda cuándo tiene que poner «Paloma«, será «el comienzo de una hermosa amistad» sin necesidad de tenernos que ir a la Francia libre.
Si los relojes inteligentes ya son capaces de medirnos el nivel de azúcar en sangre, ¿Por qué no van a poder averiguar estos asistentes virtuales nuestro estado de ánimo para saber cuándo tiene que sonar «November Rain» o «So what»?.
Lo veo bastante más fácil.
Y si no lo tienes claro, pones a The Police, que vale para un roto y para un descosío. Y desde ahí iremos viendo cómo respondemos a los estímulos. Si el Apple Watch empieza a registrar actividad con «So lonely», pa’lante!!
Alexa, te voy a enseñar a hacer lo que durante tantos años he hecho. Y no me refiero al crápula.
Te vas a convertir en la pinchadiscos de un ex-pinchadiscos.
Lección 1: Aunque casi nunca me gustan los primeros singles de los discos de Leiva, no desistas con él.
Lección 2: Springsteen y Hombres G no me cansan nunca.
Ésta será la base sobre la que asentaremos nuestro affair, en pos de una relación más estable y seria.
Aprenderás que si escucho muchas veces «Cruz de navajas» e «Hijo de la luna» no es porque esté triste, sino porque me parecen dos joyas del pop español que están cayendo en el olvido, y no quiero que se conviertan en «Para ti» de Paraíso, canción emblema de la Movida y que nadie menor de 40 años conoce ahora.
Roy Orbison y Rage against the machine pueden ir de la mano. Al igual que Raphael y Molotov. Los caminos del Señor son inescrutables, así que aprovechémonos de ello.
Y si ya consigues hacerme los coros que le hacía Olga Román a Sabina, o las segundas voces y las armonías de Fleetwood Mac o Simon y Garfunkel, festival.
Pero de momento, aquí lo vamos a dejar, que no te quiero aturullar.
Así que «Alexa, buenas noches», que ya es hora.
Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.
Comments (6)
Buenísimo siempre Paty!
Me tiene loco Alexa, Raquelina. Loquito!!!
Creo q hay q hacer una lista musical…… Mis hijos lo agradeceran
Socio, te prometo que pensé linkar en cada una de las referencias musicales que hay en el post, la canción de la que hablo, o alguna significativa de los grupos que menciono. Pero no quise ser pesado.
Ahora sí que no tengo escapatoria. Haré una lista, dedicada a Eva y Marcos!!
Bueno, bueno, bueno, me encanta este post en honor a mi compañera de piso!! Me ha encantado. «Alexa, ponle cinco estrellas al Blog de Paty».
Señoras y señores, he aquí a la autora intelectual de este post!!!
Muchas gracias, Palo. Un gran honor que tu (nuestra) querida Alexa le vaya a poner cinco estrellas, en tu nombre, al blog.
VIVA!!!