MI 7º ARTE – ALMOST FAMOUS

ALMOST FAMOUS

MI 7º ARTE – ALMOST FAMOUS

“La música, la verdadera música, no sólo el Rock n’ Roll, te elige a ti”
Lester Bang

Ayer mismo hablaba de que algún día escribiría un post sobre “Almost Famous”. Y esta tarde varias personas me han dicho que esperaban dicho post.
Así que por qué no hacerlo hoy mismo.

Además, con la excusa de tener que tomar notas, he vuelto a ver la película.
Pero no os voy a engañar, la he visto porque me ha dado la gana. Y las notas han sido todas mentales, para no perderme ni un detalle de la misma.

Estoy escribiendo con su increíble banda sonora de fondo. Hay que hacerlo así, no concibo otra manera distinta de redactar estas líneas.
Si Anita le decía a William que escuchando Tommy a la luz de una vela, vería su futuro, estoy seguro que haciendo el post al amparo de la música de esta obra maestra, nada puede salir mal.

Antes que nada, esta película es el motivo por el cual empecé a escribir. Y esto hay que reseñarlo.
Yo quería ser como William Miller y narrar las historias de mis grupos preferidos mientras iba con ellos de gira.
Aunque había dos grandes inconvenientes:
Primero, había dejado atrás, hacía mucho, los 15 años. Y segundo, el entertainment musical ya no era como en la época en la que transcurre la historia (primeros años 70).
Así que mi único consuelo era que, quizá, viéndola una y otra vez, podría imaginarme lo que hubiese sido aquello.

Decimos casi siempre que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero es que musicalmente hablando, no ha habido tiempos como aquellos. El propio Lester Bang, autor de la cita que encabeza esta entrada, lo dice durante su primer encuentro con William:

    – Te has perdido el rock and roll. ¡¡Se acabó!! Has llegado a tiempo para el estertor final. Al último suspiro. Al último gesto.

¡¡Y qué último gesto!!
La calidad de las bandas que este mundo poblaban en aquella época, hacían que los fans fuesen auténticos devotos de los músicos que las componían. Eran sus Dioses dorados.

Eso sí, dioses humanos cuyas vidas tienen en muchos casos las mismas particularidades que podemos tener los demás. Que ascienden a los cielos y descienden a los infiernos con la misma facilidad que el resto –esto nos va a llevar a “la escena”: unos músicos con más desavenencias que cosas en común, con el ánimo bajo, y un cansancio acumulado, se convierten en “Familia” para cantar entre todos el “Tiny Dancer” de Elton John–.

(si ves esto y no te emocionas, no eres un ser humano. Vete a escuchar de nuevo a Kiko Rivera, cierra esta página, y olvida todo lo que hayas leído)

Eso sí, esta película no va de Dioses Dorados y sus grupos, ni de periodistas, ni de ninguna otra cosa más que no sean fans. De auténticos fans.
De esos que saben “lo que significa adorar una estúpida canción, o a una banda, con tanta fuerza, que duele”.

 

La trama también nos va a servir para descubrir cómo era la sociedad estadounidense en esos años (y esto es algo que los americanos hacen a las mil maravillas, y así han conseguido que conozcamos mejor su historia que la nuestra propia), cosa que me encanta. Porque esos años me apasionan, y la verdad es que Cameron Crowe –o a quien le corresponda esa tarea– consigue crear ese ambiente tan característico.
Lo que aprende uno con el cine.

Y la música… Si es que sólo de pensar los grupos que suenan, tengo un estremecimiento que recorre cada célula de mi organismo.
Reunir en una misma película grupos del orden de Black Sabbath, The Who, Lynyrd Skynyrd, el anteriormente mentado Elton John, Simon y Garkunkel, Rod Stewart… Uffff… (si no eres pirata, y has comprado la película,  en los extras de una de las versiones que hay viene hasta una escena eliminada con el Stairway to heaven).
En este caso, sí que sé quién es la culpable de esto, y no es otra que Nancy Wilson –una de las mitades de Heart, y en ese momento, esposa del señor Crowe–. Y es que alguien que es capaz de hacer una versión como la que os muestro a continuación, sabe de sobra qué música hay que usar en cada momento.
(por favor, para escuchar esto, relajaos, tomaos unos minutos libres, y disfrutad. De verdad, merece la pena)

 

Por estos motivos, entre otros, y por ese continuo sentimiento de satisfacción que me produce saber que hubo un momento en que la música movía el mundo y a las personas que de él formaban parte, hacen que esta película sea tan especial para mí.
(y saber también que la Rolling Stone fue en su día una revista respetable que sabía hacer algo más que listas y artículos que tienen más que ver con la farándula que con la música. Y en la cuál escribía gente que ha pasado a formar parte de la historia de la literatura americana).

Por supuesto, que la protagonista sea Kate Hudson, haciendo de la mejor bandera de la historia –que además se llama Penny Lane–, y que el Cicerón y conciencia de William sea Philip Seymour Hoffman, es algo que tampoco podemos pasar por alto.

¡Larga vida el Rock and Roll, amigos!

 

Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.

P.D.: como estaba escrito, he tardado en acabar esta entrada lo que dura la banda sonora. ¿Casualidad de nuevo?. No lo creo…

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