COMIDA RAPIDA NO ¡RAPIDÍSIMA!
De todos es sabido mi afición a la comida rápida, también denominada «comida de gochos», «comida de pigros», «ponerse como el tenazas», «ponerse choto pirulí»… En fin, muchas acepciones, como podéis observar.
Así que me disponía a escribir sobre el McAuto y mi obsesión casi compulsiva por el CBO, con patatas normales y Fanta de naranja. Pero ha pasado una cosa.
He llegado tardísimo de trabajar. Además con cosas todavía pendientes. Y al ver que no tenía tiempo para prepararme algo de cena, he decidido pedir, por aquello de ahorrar tiempo y poder escribir luego estas líneas que estás leyendo.
Tras comprobar que Telepi me tarda más o menos 40 minutos. Y no soy yo de cenar pasada la medianoche, no sea que tenga algún gen Gremlin y me salga una cresta de pelo blanco y me vuelva malo malísimo. Y quue una hamburguesería de mi ciudad, de quién no daré el nombre, resulta que ¡¡NO TIENE CARNE!!, he optado por la solución más rápida.
¡Comida china!
La verdad es que siempre pido lo mismo, por aquello de «más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer». Y porque además cosas con nombres como «hormigas suben al árbol», «comida especial de la casa» que además apostillan como picante, o la mítica «Familia feliz», me dan un increíble respeto, –además de imaginarme siempre la pobre cara del chino feliz sucumbiendo presa de mis mandíbulas de tiburón blanco en pleno documental del National Geographic–.
Y en este menú, siempre, y cuando digo siempre, es siempre, está el plato más típico de la comida asiática… Las patatas fritas.
¡Madre mía que patatas fritas!
Me río yo de las tan cacareadas nuevas patatas del Burger King (que por cierto están bastante ricas).
Estás les dan mil vueltas, y creo que he dado con el secreto… El aceite con el que las fríen, debe llevar en la freidora desde que Mao se dedicaba sólo a fabricar cerveza (cri, cri, cri…). Así que cada tenedorada, es una amalgama de sabores y texturas, únicamente al alcance de la cocina de El Celler de Can Roca.
Qué dominio del arte de la freiuduría. Si a estos les diese por hacer churros, adiós a uno de los platos típicos españoles para borrachos por antonomasia.
Pero el principal motivo por el que pido, además de sus suculentas patatas, es por su rapidez.
¿Cómo lo hacen?
Pida lo que pida, en menos de 10 minutos está en mi casa. Por lo que además de llegar todavía calentito, aplaca mi ansiedad con prontitud y celeridad. Y eso, cuando tienes más hambre que el Saturno de Goya, es un grandísimo punto a favor.
Así que nada, dejaremos el post sobre hamburguesas para otro día.
Y si esto que he escrito hoy os ha gustado, le podéis dar las gracias al señor Cheng de «La Gran Muralla», que ha sido el artífice de que haya podido cenar tan rápido y así haber tenido tiempo de redactar esto.
Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.
P.D.: por supuesto, un menú para uno, da para comer dos, e incluso repitiendo. Así que no me explico como no hay un chino gordo con este pedazo de raciones.
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