COMO CADA AÑO, ANTES ANOCHECE
«Siempre quise que la chica de mis sueños chocase con alguien, se le cayesen los libros, y al agacharse a por ellos y alzar la vista, allí estuviese yo para ayudarle a recogerlos»
Y es que aunque la cita es mía, la entrecomillo. Porque es llegar el otoño, ponerme más tierno que el pan que anuncia Punset, y parecer que soy otra persona.
Me encanta la llegada del otoño. Y del invierno. Y de la primavera… La verdad es que únicamente odio el verano.
En verano se ven todas las vergüenzas de las personas.
Y sí, cuando esas vergüenzas son muy atractivas, todos contentos. Pero es que por desgracia, el decoro y las buenas maneras muchas veces brillan por su ausencia, y no tengo porque ver más carnes colgando que en un matadero.
En cambio ahora ya sólo veo muchachas en tonos ocres, con medias tupidas y boina, como la que usaba Faye Dunaway interpretando a Bonnie Parker.
Además, el otro día dijo mi amiga Mer, que se van a llevar este año ponchos y capas con botas altas «infinitas». Y eso me ha llenado de alegría, porque sigo con esa fijación de adolescencia por las calzas (que año tras año, tras anunciar su vuelta, al final nunca llegan). Y por lo menos ese tipo de botas paliarían un poco esa falta.
Me gusta ver a las chicas por la calle envueltas en bufandas largas y con gorros de lana de punto gordo.
Ver que si hace frío se les sonroja la punta de la nariz. Y que cuando entran en un bar, el contraste de temperatura hace que les salgan unos coloretes especialmente atractivos.
Para mí, frío significa elegancia y buen gusto. No sé por qué, pero es así.
Las prendas de abrigo me parece que le otorgan a las personas todo aquel porte que le quitan, sin duda, las prendas veraniegas– pero si es que hasta para el buen tiempo se han creado los ugly shoes, que como su nombre indica, y que me perdonen los gurús de la moda, son muy ugly–.
De ahí que la llegada del frío no sólo suponga el movimiento migratorio de las aves a tierras calidas, sino la llegada de las prendas de abrigo, procedentes de su particular hibernación –en bolsas y maletas bajo la etiqueta «ropa de invierno»– de nuevo a nuestras vidas.
Vivan los abrigos de pelo de camello!!
Las chaquetas de ante!!
Los jerseys de angora!!
Y como no sólo de boinas y gorros de lana vive la mujer, un sombrero de ala ancha, un borsalino, una gorra de caza, o hasta un gorro de esos con «coletas», llevado con estilo, os va a hacer estar preciosas. ¡¡Es el mejor complemento del mundo!!
Y lo que os gusta que haga malo, e incluso que llueva, para poder ponéroslo e ir monísimas con él y con vuestras Hunter a juego, ¿eh?
¿Pero para qué queremos que vuelva el calor?
A mí el sol me da alergia.
Lo que realmente da vida es el frío, y que tengamos que resguardarnos todos en los bares, en los cines, en las cafeterías. Todos juntos, charlando, riéndonos, o simplemente echándonos miradas cómplices, que dicen más que cualquier palabra.
Tanto llenar el Instagram de rinconcitos bucólicos, y luego no vais a ellos. Porque como hace calor, preferís estar en una terraza tomando ese sol de justicia que sólo va a conseguir que con el tiempo tengáis la piel ajada… Y si no, mirad que buen cutis tenía Julie Christie en Doctor Zhivago, a pesar de todas las penurias que le ocurrían. Era gracias al frío de la estepa rusa (en este caso más bien de los campos Soria, donde se rodó la película, y donde no creo que haga mucho menos frío).
Así que nada, encantado de que por fin llegue esa época en que las mujeres se ponen más guapas que nunca –por lo menos para mí–. En la que además, cada año, nos reinventamos por el empiece de un nuevo «curso». Y eso siempre es un aliciente y una motivación.
Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.
P.D.: y además, como bien dice el título, «antes anochece», lo que nos lleva a una nocturnidad más prolongada. Y eso amigos, es algo a tener muy en cuenta.
Deja una respuesta