CUANDO FUIMOS HOOSIERS
Leía esta mañana que ha fallecido Gene Hackman. Y automáticamente recordé una de las películas que más me gustaron en su momento, protagonizada por él: «Hoosiers, más que ídolos».
Película épica sobre baloncesto, que contaba la historia del equipo de una pequeña localidad de Indiana, donde el baloncesto era más que una religión.
Y es que me encantaba. Me encantaba, como todo aquello que oliese a basket. Porque por si no lo sabíais, soy un enamorado de ese deporte.
Ahora, enamorado desde el sillón y alguna vez desde el asiento de un pabellón. Pero hubo un momento en que gastaba cada uno de los segundos de mi tiempo libre en jugarlo. Y jugarlo mucho.
En aquella época en la que corría, esprintaba, defendía y, sobre todo, saltaba. Porque saltaba mucho, y más teniendo en cuenta mi corta estatura. Caprichos de la naturaleza, que como algún que otro talento que me fue ofrecido, desperdicié.
Y lo desperdicié porque me di a la mala vida. Y aquellas cualidades físicas sobresalientes fueron mermando. Mermando hasta desaparecer antes incluso de que el paso del tiempo las hubiese borrado de manera natural.
Jugaba a nivel amateur, porque nunca me federé, a pesar de que cualidades tenía para haber podido jugar a nivel local. Pero siempre he sido un poco outsider y me ha gustado ir por libre.
Así que jugaba en la primera canasta que encontrase, ya fuese en el Sanjo, en cualquier colegio que dejase sus puertas abiertas los fines de semana, en los patios de las casas particulares, en las canchas de las urbanizaciones… He sido un trotamundos local, con incursiones que rozaban lo ilegal y que nos granjearon alguna que otra expulsión a empujones de aquellos campos que no eran nuestros.
Fui advenedizo en ese deporte porque, como casi cualquier chaval joven en España, el fútbol es lo primero que practicas. Pero cuando lo descubrí, a los 12 años, me ganó para siempre. Y a él le dediqué todos mis esfuerzos hasta aquellos últimos años en los que salía a jugar con tantas protecciones que era más fácil ver alguna prenda de Vulkan que mi propia piel.
Jugaba todos los torneos que había en el colegio. Todos los sábados madrugaba para ir, lloviese, nevase, o hiciese -18º (o sea, todos los sábados entre el primer día de las Fiestas de San Mateo y el 40 de mayo). Durante las fiestas, montábamos nuestro particular concurso de triples al más puro estilo NBA.
Y en «El patio de Manu», el concurso de mates. Primero con la ayuda de un banco, y luego ya por nosotros mismos, cuando nuestras piernas nos permitieron saltar lo suficiente.
Buenos tiempos aquellos que ya no volverán, entre otras cosas porque mi otro yo me llevó a la mala vida y se encargo de acabar con ellos… Pero como «de lo que no tiene remedio no te lamentes», diremos que aquella mala vida tampoco fue tan mala. Y si no, cuando se siente a escribir ese «otro yo» le preguntáis a él a ver qué os cuenta.
De todas maneras siempre podré ver las veces que haga falta Hoosiers, y así, además de recordar el señor Hackman, recordar que una vez fui jugador de baloncesto.
Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.
Comments (2)
Coño Paty no sabía de tu afición!. Yo juego al basket desde el Sanjo y seguimos jugando todos los martes desde hace …. unos 35 años. Claro va faltando cada vez más gente por lesiones etc y hemos tenido que meter a los hijos, que ya son talluditos y nos dan para el pelo pero ahi seguimos. Si te apetece venir estas invitadísimo, a recordar viejos tiempos, y si quieres apuntarte fijo, sin problema. jugamos martes a las 21.00 en pisuerga. Anímate!
Manu Salaverri
Te diría que sí, pero ahora mismo a lo máximo que aspiraría es a hacer de balón. Pero en cuanto recupere un poco la forma, no te digo yo que no a hacer alguna aparición esporádica. Y si se da bien, quién sabe.
¡Gracias por la invitación, Manu!