CUESTIÓN DE FE
Después de dos años, la Semana Santa ha vuelto a mi vida. A nuestra vida.
Porque siendo de Valladolid me gustaría pensar que es algo de todos –como lo es la Seminci, Zorrilla o el leísmo–, aunque a algunos les dé repelús viendo el respeto con el que la tratan.
De hecho, una cosa les digo a todos aquellos católicos a los que les molestan tanto las celebraciones religiosas: Apostatad. No os quedéis a mitad de camino.
Si a mí me inscribieran en «un club» al cual no quiero pertenecer, tened por seguro que me iría en cuanto pudiese.
Y si no os vais, por el motivo que sea, asumid las responsabilidades que tenéis hacia con dicha asociación. O por lo menos, guardad el respeto debido. Que luego bien se os llena la boca cuando lo pedís para otras causas.
Hipocresía siempre ha habido, siempre la habrá, y ahora más que nunca…
La cuestión es que he podido disfrutar de la Semana Santa como hacía mucho tiempo. Y no me refiero sólo a los dos últimos años en que no la he vivido como era habitual (aunque la he vivido, sí. No hace falta representarla para vivirla), sino a un periodo de tiempo más largo.
La he vivido con más ganas, con más pasión, con más devoción. Me he pateado la ciudad de arriba a abajo, y viceversa. He rezado, he pedido perdón. Y sobre todo he dado gracias por tantas cosas buenas que hay a mi alrededor, y alrededor de los que me importan.
Cuestión de fe. Todo es cuestión de fe. Considero que es muy importante en mi vida.
¿Que es más difícil vivir, en determinados momentos, teniéndote que ajustar a ciertos preceptos, cuando otros viven «dolce far niente» siempre?
Pues sí. Pero también pienso en lo triste que tiene que ser para esas personas no tener nada a lo que aferrarte cuando se necesita. Y no sólo aferrarte ante un bache, sino tener a alguien a quien dar las gracias. Que parece que algunos sólo se acuerdan de Santa Bárbara cuando truena.
«Capillitas» seguro que me está llamando ahora mismo más de uno. Y además, usando el término de manera despectiva.
Tranquilos, no me ofende.
Me molesta, sí. Pero no me ofende. Una de las ventajas de cumplir años es que la piel, tan fina al principio, se vuelve ya no solo curtida, sino resbaladiza.
Cosas peores me han dicho, y no he emprendido una guerra santa por ello.
Por lo tanto, y para ir rematando, me alegro de haber disfrutado de estos días como lo he hecho.
He vuelto a sentir la emoción que me embarga ante la visión de ciertas tallas, y que hacen que mis sentidos se estremezcan. He podido ver las calles fervorosas y con un bullicio que ya habíamos olvidado.
Como he dicho antes, he vivido plenamente mi fe.
Encima me he reencontrado con muchas personas que por unos u otros motivos, sólo veo durante estás fechas. Y esto siempre es, como dice mi buen amigo Antonio, «una hemorragia de placer».
Ya queda menos para la Semana Santa del próximo año.
Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.
Comments (4)
Creo que este año hemos vivido la Semana Santa aun más intensamente que antes, lo necesitábamos ¡Y de capillitas nada!
P.D.: Has vuelto ¡Bravo, bravo!
Hacía falta, sí.
Es sencillo intentar ofender a quien tiene algún principio al que atacar, como en este caso sería usar “capillitas”.
Otra cosa ya es que ese intento logre su objetivo.
P.D.: ha sido ver el avance de tu libro el que me ha ayudado a volver. Así que, ¡gracias!
¡La hemorragia ha sido mutua!
Más hemorragia que nunca este año, además. Un día más de sangría de placer!!