DE COBAIN A PUCHO

DE COBAIN A PUCHO

DE COBAIN A PUCHO

Si la mañana está gris, llueve, y hace desapacible, me pongo el Nevermind en los auriculares, y me voy a la calle.

Tuve la suerte de vivir el nacimiento del grunge, pero no tanta como para conocer Seattle en aquellos años.
Así que me hago a la idea de que este clima es el más parecido al que ayudó a componer tan descarnado (e icónico) disco a Kurt Cobain. Por lo que me calzo la camisa de cuadros y el gorro de estibador para sentirme, por unos instantes, un joven incomprendido del noroeste del pacífico.

Además hoy había que salir sí o sí, porque tenía que probar la cámara nueva.
Y con «nueva», me refiero a nueva para mí. Porque la misma ya ha pasado por otras manos, las cuales dejaron su sello en ella en forma de pegatina de Dymo con la palabra «Smile».
Un sello muy identificable como pude comprobar el otro día en Instagram. Y que con el permiso de su antiguo propietario, quise dejar como «muesca en la culata».
¿Acaso alguien se atrevería a pulir el cuerpo de la Strato de Hendrix, por ejemplo, para volverla a barnizar, debido al desgaste por el uso y el paso del tiempo? Pues yo tampoco me atrevería a quitar esta pegatina.
Es más, ojalá pueda imprimir de alguna manera algo de mi carácter en ella. Una patata brava, por ejemplo.

Por cierto, Hendrix es también hijo del estado de Washington.
Parece que el clima abrupto produce genios musicales. Me imagino que a falta de sol, bueno es quedarse en casa componiendo obras maestras de la música contemporánea.

Durante el paseo, y no sé por qué extraño algoritmo de Tidal, tras el Nevermind me ha saltado Calamaro y su Bohemio.
Será que la cosa iba de próceres de la música más que de estilos, porque no encuentro ningún tipo de similitud entre ambos.

Por cierto, creo que esta semana me llega la versión en vinilo de Honestidad Brutal, que la acaban a reeditar. Estaba también la opción de esa edición que se han sacado de la manga con tropecientos cd’s con material inédito, fotografías, y demás zarandajas. Pero soy poco amigo de esas ediciones.
Suficiente con haber comprado el cd original el mismo día que salió (Don Andrés es de los que se merece comprar sus obras el día que se publican), y la edición en vinilo de ahora, por aquello de llenar mi discoteca con grandes obras, y tener la posibilidad de trasladar Paloma de un surco a unos Bowers, a través de una Goldring.

Hablando de comprar vinilos (se me sigue haciendo raro llamarlos así, tras toda la vida nombrándolos como «discos», a secas), tras no pocas recomendaciones de mucha gente, y desde hace ya muchos meses, procedí a comprar ayer, «El madrileño» de C. Tangana.
Lo tenía un poco en el olvido, pero tras insistirme mucho María y Carlos durante las últimas semanas –y a raíz de hablar con ellos de música largo y tendido y ver que tenemos gustos muy parecidos–, no podía demorar más en el tiempo esa adquisición. Me tiene bastante loco, la verdad.
¡¡A ver quién me dice ahora que vivo anclado en el pasado en lo musical!!

¿A ver si lo que va a pasar es que en donde estoy anclado es en la buena música?

 

Besos para ellas y una abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.

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Comments (2)

  • Ana Reply

    Paty, lo escuché por azar hace unos meses….y me ha cautivado totalmente…., debe ser q si, que el anclaje es a la buena música…;)

    24/10/2022 at 1:20 am
    • Paty Varela Reply

      Bueno, no estoy solo en esta apreciación (tras los comentarios de desapruebo en Facebook)!!
      Me ha gustado mucho, la verdad. He oído a un artista haciendo lo que le da la gana, e importándole un pimiento lo que pudiesen decir de él.
      Le seguiré la pista, a ver hacia dónde evoluciona.

      24/10/2022 at 1:41 am

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