EL FRÍO
Esta semana que está a punto de acabar me hizo un pequeño avance de lo que está a punto, espero que pronto, de llegar.
¡El frío!
Sólo fueron unas horas de la mañana. Pero durante esos minutos me sentí de nuevo arropado por él, por su pureza, por su helada respiración y su blanco abrazo. Porque el frío es blanco, ¿a que sí?
Volví a apreciar esa sensación que hace que me despeje según pongo un pie en la calle y que funcione mucho mejor, más dinámico, con más alegría.
De todos es sabido mi amor por el frío. Pero es que además mi relación parece que va a ser más intensa a partir de ahora, porque debido a mi nueva ubicación laboral, cada día voy a bajar unos cuantos grados a la temperatura media de la ciudad, según me vaya acercando al trabajo.
¡Por fin voy a poder ponerme gorro por motivos prácticos además de estéticos!
Pasear el miércoles por el Pinar oliendo a humo de las chimenas–»Huele a Navidad«, que dirían mis sobrinas– fue un placer para mi sentido olfativo. Y dado que no puedo disfrutar de mi propia chimenea en casa, que por lo menos disfrute del olor que desprenden las de otros.
Fue casi como pasar por delante de un obrador, con hambre… ¡¡Ummmm!!
Me sigue gustando, y mucho, pasear cuando hace frío.
Soy capaz de salir antes de casa sólo por el mero placer de disfrutar una rato más de esa sensación. Me voy a la parada de autobús que está más lejos de casa. Al volver, me bajo antes para andar un poco más por la calle. Rechazo desplazamientos en coche a cambio de poder caminar. Hay veces que incluso me abrigo de menos para poder sentir con más intensidad la sensación térmica. (de nuevo vemos aquí mi afición por los pequeños detalles que hacen de mí una persona que busca la felicidad en cualquier cosa, por nimia que sea).
Y ahora que lo pienso, creo que en parte también me gusta el frío por poder combatirlo al entrar en casa. Por disfrutar de forma hedonista, gracias a él, una bebida caliente que me haga entrar en calor. Por taparme por la noche en la cama con el edredón hasta las orejas.
Es como cuando no te importa calarte sabiendo que a los pocos minutos vas a estar arropado por una toalla suave recién lavada, como preludio a ponerte un pijama limpio bien planchado.
¡¡Qué placer!!
Pero este año me están poniendo difícil todo este disfrute. Porque si a Sabina le robaron el mes de abril, a mí, de momento, me han quitado septiembre y lo que llevamos de octubre. Que son meses en los que suele empezar el otoño de Valladolid –que es como un invierno duro para gran parte del resto de España–.
¡Yy así no hay quien lleve una vida saludable!
Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis!!
P.D: la recomendación de la semana (nunca lo había hecho antes, me parece, pero quién sabe si no lo empezaré a hacer a partir de ahora) es «Olvídame«, del nuevo disco de Sidecars «Cuestión de gravedad«.
Venga, os lo pongo fácil. La podéis escuchar aquí
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