EL TIEMPO NO SIEMPRE LO MARCA EL RELOJ
«Tac, tac, tac»
Así suena el reloj que tengo en la pared.
¿Dónde quedaron los tic? ¿Los habrán robado, como el mes de abril de Sabina?
Y hablando de los romanos… En breve comienza la época de bodas, que tan de lleno me toca año tras año.
Y además en este 2016 voy a experimentar una nueva modalidad que hasta ahora nunca había vivido. Y es la de empalmar dos seguidas, con unas horas de diferencia entre ellas. Dado que tengo una el viernes por la tarde y otra el sábado por la mañana.
La primera pregunta que me surge es si sobreviviré a ambas, teniendo en cuenta cómo he acabado de cuerpo escombro en las últimas que he ido. Aunque sigo confiando en mí mismo y en mi capacidad de sacrificio en determinadas situaciones.
Porque, no nos vamos a engañar, no es lo mismo ir a picar piedra a la mina o a hacer deporte dos días seguidos, que irme a dos bodas de grandes amigos. Donde el mayor problema a salvar es el grado de educación que voy a conseguir en la escala de Massiel –que para aquellos que no lo recuerden, dice que «ir a una boda y no emborracharse, es de mala educación»–.
El secreto está en equilibrar el ph, ya lo sabéis.
Por supuesto, el segundo problema es si conseguiré llevar a buen puerto la operación chaqué.
Que es parecida a aquella que hace la gran parte de lea humanidad a partir de enero para meterse en un traje de baño en verano. Y que los que ya hemos dado esa guerra por perdida, y lucimos nuestro cuerpo serrano por las playas de España sin pudor (o paseando con camisa de lino si queremos evitar muestras de horror en las caras de la gente), tenemos que hacer para meternos en un chaqué que tiene ya más de 10 años.
¿Por qué no seguiría alquilando, con lo cómodo que era?
Ibas a que te tomase medidas el señor Martín González, que era un sastre de esos que ya no hay, y hacía las prendas buenas y duraderas –tengo un esmoquin de mi padre que fácil que tenga más de 50 años, y ojito a cómo está aún–, y listo.
Encima te enseñaba más protocolo que en una escuela diplomática. Te contaba mil y una aventuras de tu padre y tíos cuando eran jóvenes. Y te soltaba frases del tipo: «Cómo te queda de bien el chaqué. Te hace un tipín que no tienes».
¡Qué perro!
¿Tendremos alguna novedad es los menús? ¿Habrá algún nuevo plato estrella? ¿Harán un complot contra mí y llenarán el ágape con productos lácteos?
Nada que no arregle hacerse amigo, nada más llegar, con soborno si es necesario, del camarero que sirve las bebidas y del que saca los platos de comida. Con jamón, cerveza y whisky no hay complot que valga.
Tengo amigos auténticos maestros de estos usos y habilidades, que pueden conseguir, en media hora, tener a una plantilla de 30 camareros bebiendo los vientos por nosotros.
La experiencia, que es un grado.
Y luego, pues lo de siempre. ¿Bailaré para provocarme sed? ¿Me elevarán, como si estuviese en una touche, para coger el ramo de la novia y tocar las narices un poco? ¿Dónde acabaré durmiendo en la que tengo en Madrid?
Porque lo de que me toque cantar, se da por hecho. Sólo hay dudas sobre qué repertorio tendré que sacar de la cartera, además del sempiterno Sinatra.
Así que, la verdad, para qué preocuparme del tic que le falta a mi reloj, con lo divertido que van a ser las fechas que se me aproximan.
¡Nos vemos en las bodas, amigos!
Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y los sabéis
Comments (2)
No conocía tu blog! Me encanta!! :))
Gracias!!
Bueno, hay un poco de todo, porque suelo ser «escritor» compulsivo, y a veces hay auténticas patrañas por aquí metidas, pero bueno, tampoco vivo de esto, así que…