LA LLAVE LA TENDRÁS TÚ

LA LLAVE LA TENDRÁS TÚ

LA LLAVE LA TENDRÁS TÚ

Le oí decir el otro día a Leiva (a quién si no estos últimos días) en una entrevista, que no todos tienen la capacidad de Sabina para inventarse vidas. Y que por lo tanto, cuando se compone, hay que contar la de uno mismo, con el riesgo a exponerse que eso significa.

No sé si aquí me expongo mucho o poco. Pero lo que sí que tengo claro es que sí es mi vida (salvo contadas excepciones). Y que cuando cuento algo, parte, o todo de ella, hacerlo me sirve de terapia.

Me sirve de terapia unas veces para espantar viejos fantasmas. Otras para espantar nuevos fantasmas. Otras para recordar grandes momentos. E incluso algunas para relatar anécdotas que no fueron ni malas ni buenas, pero que fueron eso, anécdotas mías, propias. Y que por lo que fuese, me parecieron dignas de ser contadas. Porque cualquier experiencia merece una oportunidad (quién me iba a decir, por ejemplo, que uno de mis posts más celebrados iba a ser la aventura de intentar guardar la compra del supermercado en bolsas).

Me sirve de terapia porque leerme me vale para poder ver desde fuera las cosas que hago, como si yo mismo fuera lector en vez del autor. Para así evaluarme y meditar sobre mis acciones.
Y esto no lo digo en broma, dado que muchas veces escribo desde tan adentro, que cuento las cosas como son y han sido, sin darme cuenta de ellas ni pensar. Y luego, al releerme, me sorprendo de la sinceridad con que lo he contado.

He relatado filias, fobias, gustos, preferencias. Os he dado explicaciones, sin pedírmelo, de por qué siento todas estas cosas. Os he intentado transmitir lo que me hacen sentir las personas a las que quiero; lo que me hace sentir la música que escucho; lo que me hacen sentir las películas que veo. Os he dicho cómo estoy cuando me encuentro triste, cuando me encuentro eufórico. Cuando me encuentro muy bien. Y cuando me encuentro fatal (en cualquier Día de mierda, que diría Sidonie).

¿Estoy escribiendo acaso un diario que no tiene candado?
Pues es posible, pero no me importa. Nadie me obliga a ello, y yo lo hago encantado. Porque si por algo que desarrollo como simple entretenimiento y sin esperar nada a cambio, recibo todo el cariño y apoyo que me dais siempre (y digo siempre desde que esto era un simple mail que enviaba a los amigos que vivían fuera de la ciudad, en el cual les contaba las andanzas del fin de semana), jamas lo pondré.
Y si lo pongo, la llave la tendrás tú.

 

Que muchas veces más pueda decir:
Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere, y lo sabéis.

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Comments (2)

  • conunojoabierto Reply

    A veces cuando escribo también pienso en el precio de ser uno mismo, pero también de cuánto de lo que digo fue así o solo así es como lo recuerdo. A mí también me sirve de terapia escribir, aunque no me guste reconocerlo. No todo lo que cuento me ha pasado a mí, pero eso tampoco creo que importe demasiado. A veces, lo importante es ver la historia, hacerla tuya y terminar sin saber cuánto de todo eso eres realmente tú. Aunque ni tú mismo lo sepas, aunque no te guste reconocerlo. Muchos bicos! Ánimo con la terapia! 😉

    09/03/2017 at 5:16 pm
    • patyvarela Reply

      Me has dejado sin palabras con este comentario.
      Ya verás ahora qué lío voy a organizar mezclando mis historias, las de los demás, para hacerlas una en un ejercicio reflexivo… Has abierto la Caja de Pandora!!
      Ahora en serio, me encanta que también hagas tuyas historias ajenas, porque las das un toque de belleza excelente, y es un placer leerlas todas.
      Que nos dure mucho la terapia!!
      Biquiños!!

      10/03/2017 at 1:31 am

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