MADRID ME MATA
Como decía la cabecera del mítico fanzine ochentero, Madrid me mata, y a pesar de todo, me encanta.
Porque siempre me recibe con buen tiempo.
Pasear por sus calles es un placer difícilmente explicable.
Disfrutar de unas cañas en cualquiera de sus múltiples terrazas debería ser obligatorio hacerlo una vez a la semana.
Porque puedes mantener una encantadora conversación con la mujer a la que has cedido el asiento en el Metro, y que gracias a eso se despida de ti con un «que tengas una estupenda vida, simpático joven».
La salsa picante de los burritos de Tierra hace revivir un muerto (y esto es necesario porque «Madrid me mata»).
Allí está La Metralleta.
Porque en la zona de fumadores del restaurante donde has comido, te preparas una fiesta privada improvisada –con música incluida– en un plis, y al jefe del local le parece una idea estupenda.
Siempre da gusto juntarte con buena gente para pasar el rato, y darse uno cuenta enseguida de porqué dices que es buena gente.
Todavía tiene sitios inesperados con las copas a 6€.
Porque todavía tiene sitios, más inesperados aún, con hora feliz, cosa que no veía casi desde el siglo pasado.
Mientras te tomas una de esas cañas de las que antes he hablado, puedes cruzar la mirada con Macarena García sin darte cuenta hasta el último momento que era ella (y en ese momento se para el tiempo, porque es una de esas mujeres que andan a camara lenta).
Esto te puede alegrar el día, sin ningún tipo de duda.
Porque mucha de mi familia (la de sangre y la de elección) vive allí y mis recuerdos giran en muchas ocasiones en torno a la ciudad y sus gentes.
Puedes comer patatas bravas en cualquier sitio con alta probabilidad de éxito en el sabor.
A pesar de ser tan grande, siempre te encuentras a amigos de manera no premeditada, lo que hace más ilusionante el encuentro.
Porque Madrid inspiró a Loquillo una de las canciones más potentes y verdaderas de la música española. Ésta.
Siempre que estoy allí me dan ganas irrefrenables de escribir, y mucho.
Por su Metro.
Porque allí nacieron Los Madison.
Allí viven Leiva y Juancho.
Porque allí puedes ver El Espejo psiqué.
Es la ciudad del equipo más grande de la historia, el Real Madrid.
Porque su cielo es especial.
Los amantes de las hamburguesas, somos felices con la variedad de sitios para elegir.
Y porque cada uno se enamora de lo que quiere, y yo lo estoy de esta ciudad!!
Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.
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