OPERACIÓN… APRENDER, ESFORZARSE, DISFRUTAR

OPERACIÓN APRENDER ESFORZARSE DISFRUTAR

OPERACIÓN… APRENDER, ESFORZARSE, DISFRUTAR

Acabo de presenciar como dos chicas de 18 años y un chico de 22 han escuchado, por primera vez en su vida, la versión de Eloise de Tino Casal. Una canción de hace 31 años… ¡Y les ha vuelto locos!

Y lo he visto en la que para mí ha sido una de las más gratas sorpresas de los últimos tiempos en televisión. Operación Triunfo 2017.

Reconozco que fui reticente a seguirlo al principio porque aún guardaba el recuerdo de ediciones pasadas. En las que salvo contadas excepciones, los que por allí pululaban no eran más que simples aspirantes a cantantes teledirigidos -usando «simples» desde el más absoluto de los respetos que le puedo profesar a alguien que decide ponerse a hacer algo, lo que sea, delante de público–. Marionetas de una industria que se empezaba a desnortar a pasos agigantados.
Pero tras un par de pasadas fortuitas por La1, y ante la insistencia de mis sobrinas, lo empecé a ver… ¡Y me enganché!

Y lo he hecho porque descubrí una hornada de chicos –de entre los que estaban allí– a los que les gusta la música de verdad, y de verdad les gusta. No sé si se entiende la diferencia.
Componen, interpretan, tocan por lo menos un instrumento –que es lo mínimo que se les debería exigir a todos los que por allí están–, y viven 24 horas por y para la música.

Además tienen ese ansia de aprender propia –o por lo menos así debería ser– de esa edad.
Técnica vocal, interpretación, baile, historia de la música moderna (si alguien de los que mandan en el Ministerio de Educación me lee, por favor, plantéense incluirlo en el programa de estudios, porque bien está saber quienes fueron Mozart o Verdi, pero no estaría de más saber quién fue Joe Strummer o qué es el sonido Philadelphia)… Y cuentan para ello con unos profesores que creo que son los más adecuados para esta tarea; coordinados todos por una directora, esta vez sí, que no se cree Debbie Allen en Fame, y que entiende que hay que hacer más de madre que de sargento de hierro en la mayoría de las ocasiones.
Los chicos aprenden. Y estoy seguro que los profesores, en muchas ocasiones, también.

Cuando veo esto, siempre pienso en lo feliz que yo hubiese sido en un sitio así.
Y no digo sólo en una academia como ésta, producto de un concurso para TVE, sino por ejemplo en algo tan interesante como es ese proyecto que con tanto esfuerzo y perseverancia han llevado a cabo un grupo de locos de la música que pensaron, como pienso yo, que la música debería estar en la vida de los jóvenes, cuanto antes mejor: el campamento Rock Camp. Aprendizaje y disfrute de la música, de manera distendida y divertida.
Quién pudiera tener de nuevo 10 años, para poder disfrutar de ello!!
(Enhorabuena por el trabajo bien hecho, amigos. No creo que sea casualidad que la concursante más cualificada de OT haya pasado por allí hace unos años).

Y por cosas así pienso que estos programas de TV o este tipo de campamentos deberían ser de recomendados para mucha gente. Y no me refiero sólo a adolescentes con mayor o menos interés en la música.
Fomentan el esfuerzo, el compañerismo, el aprendizaje de las artes. No todo en esta vida es ser médico o abogado (que también). Siempre hay tiempo para disfrutar de canciones, las que sean. Porque la música no entiende de edades ni épocas. La música bella es, fue, y siempre será, bella.

 

Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.

 

P.D.: no querría dejar de dar la enhorabuena, a quien le corresponda, por la acertadísima elección de canciones gala tras gala. Que incluyen temas modernos, clásicos, medios tiempos, baladas… (ayer, por ejemplo, certera la elección de cierre con Poupée de cire, poupée de son, como homenaje a la recientemente fallecida France Gall).

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