PHONE IS IN THE AIR

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PHONE IS IN THE AIR

Esta mañana estaba escribiendo un Whatsapp, y en un momento dado, y tras tocar una serie indefinida de teclas en un orden que no era el apropiado, lo que se estaba convirtiendo en un mensaje de buenos días, ha pasado a ser “Buenos días ciclista, ciclista, balón de futbol, copa de cocktail, señor andando con las manos en los bolsillos, monito tapándose los ojos, guiño, guiño, guiño, guiño, guiño, guiño.
Aquí es claramente cuando me he dado cuenta que me había equivocado, y he empezado a dar a borrar. Sin éxito.
¡¡Qué desastre!!

Y es que parece mentira la de cosas que se pueden hacer con el móvil sin darse uno cuenta.
Porque mucho se ha hablado ya de la capacidad de los bolsillos de los pantalones para hacer nudos marineros con los cables de los auriculares, sí, pero el móvil creo que tiene aún más habilidades secretas.

Porque no me digáis que no habéis llamado nunca a nadie, cuando se os iba a caer el teléfono. Y tras mover las manos cual gato cazando moscas para evitar que se vaya al suelo, habéis conseguido, en el aire y sin mirar, desbloquear el móvil, acceder a la agenda, y llamar. Además no llamar a alguien con quien habléis a menudo, no. Habéis llamado a alguien a quien nunca llamáis.

Pueden suceder dos cosas:
Una, que haya descolgado antes de que te hayas hecho con el control del teléfono. Esté oyendo como das gritos y dices palabras malsonantes, mientras opositas a malabarista del Circo Ringling. Se de cuenta que no le querías llamar y cuelgue.
Y dos, que no le haya dado tiempo a cogerlo antes de que tú colgases, y ahora mismo esté pensando en qué querrás, y por qué le habrás llamado. Dado que la última vez que lo hiciste fue para decirle que te habías comprado una corbata de teclas de piano y unas gafas de persiana, porque te habían dicho en la tienda que eran el último grito (y pensar que hay dos señores que se hicieron multimillonarios inventando estas cosas…)

Si ha pasado esto segundo, es probable que durante el minuto siguiente te encuentres mirando fijamente la pantalla del móvil pensando qué hacer. Si llamarle o no para explicarle que no querías nada, y que ha sido sin querer.
Aunque mejor, le mandas un mensaje y le dices que han sido los niños. Que te han cogido el teléfono sin que te des cuenta, y que han llamado. Aunque hay un problema: ¡¡Tú no tienes hijos!!
Bueno, que más da, seguro que él no lo sabe. Y total, no puede ser peor que decirle que eres tonto, y marcas números sin querer.

Y qué me decís de las fotografías-vídeo, que como banda sonora suelen tener una voz en off que dice, “No sé si ha salido. Yo he apretado el botón, pero no ha hecho ruido ni nada. Espera que hago otra”. Mientras en la pantalla se muestra un plano secuencia formado por un plano medio y movimientos de travelling de 180º en vertical, en los que se muestra primero a gente –sospechosamente inmóvil y con una sonrisa forzada para ser un vídeo–. Y luego unos pies, –que es la seña de identidad del director–.
Amén de las famosas fotografías borrosas que no recuerdas cuándo han sido hechas, y que harían las delicias de cualquier amante de hechos paranormales, dada la calidad de la misma, y que hacen que lo que en un principio parece ser tu pulgar, se pueda convertir en las caras de Bélmez, tus amigos en seres más interplanetarios de los que ya son, y la calva de un señor en un culo. Aunque… espera… ¡¡Es un culo de verdad!! ¿Qué hace la foto de un culo en mi móvil? Y sobre todo, ¿de quién es ese culo tan feo?

Así que mucho cuidado con los móviles que los carga el diablo. Aunque me temo que ya llego tarde, porque todas estas cosas también te han pasado… ¡¡Y lo sabes!!

 

Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.

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