SEMANA EN MADRID

SEMANA EN MADRID

SEMANA EN MADRID

Lo primero que me gustaría decir es que, a pesar de todos los avisos de calor preocupante, Madrid se suele portar muy bien conmigo. Y esta vez no ha sido menos, al haberme recibido con una temperatura de lo más agradable. La cual me permitía hasta conciliar el sueño por las noches, con una sabana tapándome.
YUJUUUUUUUUUUUU!!

Pero vamos al ajo!!
Si algo me ha quedado más claro que el que Macarena tenía un novio que se llamaba Vitorino, es que en la Puerta del Sol, y aledaños, se “Compra Oro”.

¿Cuántos miles de hombres anuncios hay?
Pero si es que pegas una patada a una piedra (que por allí, con eso de las obras hay un montón) y salen como cinco o seis.
Es más, creo que si les das una patada a ellos mismos, se produce una extraña mitosis y se multiplican de forma exponencial. De tal manera que llegará un día que habrá más hombres anuncios que posibles vendedores de oro…

Entre estos; los cuatros millones de colaboradores con causas benéficas, que te invitan en la calle Preciados a que eches una firmita para ayudar a la causa en cuestión; y los que te venden la Farola (¿La farola se sigue editando, o tal vez es una edición vintage?), me vino a la mente un gag de esa gran película del humor absurdo que se llama Aterriza como puedas.
En ella se puede ver como Ted Striker, a su llegada al aeropuerto, se tiene que ir quitando de encima, literalmente, a los muchos grupos religiosos que se le van acercando para contarle las magnificencias de las religiones o sectas que predican.

Pues en mi caso, fue parecido. Y más cuando al cabo de la mañana te recorres la zona del orden de 10 ó 12 veces.
“Pero si ya te he firmado antes, por Dios. Déjame respirar un poco, que he venido a descansar!!”
La próxima vez, usaré el útil truco de ir hablando por el móvil con un amigo invisible. O me pondré el iPod para hacerme el despistado.

Luego están los RR.PP. de las discotecas y bares que reparten tarjetas de 2×1 , 3×15 o 4×4 –que es un tipo de coche el cual a lo mejor regalaban, y yo no me di cuenta–.
Ahora entiendo por qué se produce la deforestación de las selvas tropicales brasileñas que me explicó el amable joven de la calle Preciados…

Se podían poner de acuerdo entre ellos, y en vez de repartir tarjetas los unos y dar el coñazo los otros, podían formar un solo grupo mediante el cual, si se suprimen las tarjetas, no tendrían que pedir que se salven los árboles del Amazonas. Y así podrían ocupar su tiempo en anunciar las ofertas de los bares, ¿no os parece?

También me ha servido esta visita para reencontrarme con unas amigas a las que hacía la friolera de 20 años que no veía. Lo cual fue una auténtica gozada a la par que estadísticamente muy difícil, porque ¿Qué probabilidad hay de encontrarse con alguien por Madrid?
(encontrarse con alguien que no lleve un enorme letrero amarillo, ni un peto de la fundación ACNUR, se entiende).

Por esto y por muchas cosas más (entre las cuales no se encuentra, por supuesto, el alcohol de sus copas), Madrid me gusta mucho.
Eso sí, a ver si sigo diciendo esto si es que finalmente me tengo que ir allí a trabajar en vez de hacerlo de vacaciones…

No quería despedirme, sin hacer mención especial a la camarera de una cervecería de Huertas. A la cual el concepto de «ponme cuatro dobles, uno de ellos con limón», no le quedó muy claro. Y creo que tras 3 intentos, lo único que no puso fueron cuatro dobles, uno de ellos con limón.
Menos mal que el picoteo lo sacaron ellos, porque si lo llegamos a elegir nosotros…

 

Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.

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