STILL GOT THE BLUES

STILL GOT THE BLUES

STILL GOT THE BLUES

Aún no son las 10 de la mañana y ya estoy oyendo actividad por los pasillos.
¿A quién se le habrá ocurrido que esa hora es ya buena para empezar las tareas de limpieza de la planta del hotel?
Seguro que la gobernanta no tiene mucha vida social por las noches.
Qué europeos nos estamos volviendo…

¡Además soy músico!
Para nosotros las 10 no existen a no ser que se llegue a ella porque se ha alargado mucho el día.

No existe nunca.
Y menos aún cuando la noche se convirtió en un desfile interminable de personas que se movieron al ritmo del artista. Incluso después de que los interruptores de los amplis señalaran OFF.
En el sueldo va el tener que cumplir con esa parte del contrato aunque sea lo último que hubiese querido hacer en ese momento. Ellos dijeron que eras famoso. Tú, no. Ellos pagaron y ganaron. Tú perdiste.
Si no te gusta, haberte hecho ingeniero como tantas veces te recomendaron de joven.

En fin, habrá que ir pensando en levantarse, a pesar de no tener ya ninguna esperanza de llegar al desayuno. Este es un hotel lo suficientemente bueno para conseguir que su cocina merezca hacer el esfuerzo de salir de la cama, pero no lo suficiente como para permitir que la nocturnidad de alguno de sus huéspedes sea motivo suficiente para alargar los horarios de la misma. Al fin y al cabo, el que trasnocha y tiene hambre soy yo, no ellos.

En este caso, yo pago pero no gano.
Ya pierdo 2-0.

De todas maneras, no os voy a engañar, nunca fui mucho de zumo de pomelo y panecillos ingleses con mermelada. Siempre fui más de empezar el día con café negro y fuerte –como el carbón justo antes de convertirse en diamante– y restos de comida del día anterior. Seguro que cualquier bar que encuentre, por malo que sea, podrá satisfacer esas premisas.
Así que hagamos algo tan sencillo como mover un pie y luego otro, y salgamos a la calle a conocer, de día, la ciudad que tan bien me trató de noche.

¡Mis gafas de sol!
¿Dónde están mis gafas de sol?

Son una parte de mi todo sin las cuales no llego al nivel mínimo como para que se me pueda considerar un ser humano.
En su carey están impresas las instrucciones básicas para hacerme funcionar a ese son tan mío que me hace ser particular.
¿Acaso anoche alguien se quiso llevar un recuerdo mío y sin proponérselo ha conseguido que ahora me encuentre inservible?
No sé, quizá estén por aquí y no las encuentre.

3-0, y esto empieza a tener una pinta terrible.

¿Y si mejor pido algo al servicio de habitaciones y me paso el resto del día en el hotel?
Total, tampoco fui nunca mucho de andar, y menos de día.
Además seguro que por lo menos me podrán dar algo de café negro y fuerte –”como el carbón justo antes de convertirse en diamante– y restos de comida del día anterior”, ya sabéis.

Empiezo a ver mejor la situación.
Quién sabe, igual hasta consigo el empate al final del día.
Vamos a averiguarlo…

 

Besos para ellos y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.

*transcripción (casi) exacta de este texto. Cosas del señor SEO

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Comments (2)

  • Miki Reply

    Por cierto es la presión lo que convierte el carbón en Diamante , ponte plazos de entrega Paty y llegarás lejos.

    21/04/2015 at 10:02 pm
    • patyvarela Reply

      De ahí lo de fuerte, claro, claro. Eso lo aprendí en Supermán!!
      El día que quedemos, creo que me vas a dar algunos consejos que me hacen falta.
      Gracias, Miki!!

      21/04/2015 at 10:08 pm

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