VIDA DE ARTISTA

VIDA DE ARTISTA

VIDA DE ARTISTA

Ha empezado a llover con ganas, y he sentido la imperiosa necesidad de salir a la terraza a ver tal acontecimiento meteorológico.
Me apetecía oír la lluvia golpear los tejados, y oler el cielo. Y ver refulgir los relámpagos y notar retumbar los truenos. Sentir la fuerza de la naturaleza en estado puro.
De paso mirar al infinito un rato. En un ejercicio de relajación y meditación natural tan puro, que me relaja tanto o más que un sonido blanco. Al fin y al cabo, el sonido de lluvia es uno de los sonidos blancos más típicos y recurrentes.

 

Y en ese momento me ha venido a la cabeza, no sé muy bien mediante qué asociación de ideas, que mañana se publica el primer libro de alguien a quién tengo en alta estima, Javier Aznar –alias El Guardián–.
¿Dónde vamos a bailar esta noche? es el título, y lo espero con gran expectativa (como le acabo de hacer saber), dado lo que me gustaba leer las historias, que semana tras semana nos exponía en su blog del Elle, y sobre el que ya hablé en su momento aquí.

Sin conocer en profundidad su historia, dado que las veces que hemos coincidido no nos ha dado tiempo a tocar temas tan personales, sí sé que es alguien que ha apostado por aquello que realmente le gustaba. Dejando de lado una vida más o menos ya establecida y encauzada. Y que se ha preparado para ello: escribir.
¿Qué mejor que lanzarse a perseguir aquello que uno realmente anhela?. Y así hacer tuyo el dicho de «trabajar en lo que a uno le gusta, no es trabajar sino disfrutar». ¿Qué puede haber más placentero que hacer de tu afición un trabajo?
¡Bravo por él!

 

Enseñar a perseguir sueños debería ser una asignatura obligatoria en cualquier docencia –eso sí, teniendo como asignatura llave, «Saber los límites de cada uno»–.
Porque muchas veces nos empeñamos en seguir caminos establecidos. Unas veces por comodidad. Otras por querencia. O simplemente porque nadie nos ha animado a indagar un poco en nuestro interior para descubrir qué talentos ocultos tenemos, y no hacemos aquello para lo que realmente valemos.

Suele suceder que la rama artística de cada uno es la que primero se cercena, dado que casi nunca es una vida fácil. Por incierta, por complicada, o porque no ofrece todas las salidas deseables. Pero también estoy seguro que es de las más gratificantes cuando se recibe la aprobación del público a quién va dirigida (y no hace falta que ese público sea masivo, no. Un simple «me gusta lo que haces» de una persona, es suficiente para llenar el deposito de satisfacción de un artista).

 

Así que espero que a Don Javier le vaya estupendamente en su nueva vida de escritor –con obra en la calle– recién comenzada, y que consiga el éxito que está consiguiendo otro perseguidor de sueños como es mi amigo César Pérez Gellida –con su «A grandes males» también recién publicado–.
Y es que me encanta ver que gente a quién conozco les vaya tan bien con su vida artística, como es el caso de Luis Pérez, a punto de presentar su expo «Citizens» en Madrid. Elisa Beltrán, que sigue aprovechando la oportunidad que le ha brindado la Fundación Antonio Gala. O Leticia Sainz en su recién empezada aventura americana.

¡Gracias a todos ellos por compartir su arte y por servir de ejemplo para que esas personas que somos un poco más cobardes a la hora de lanzarnos, nos atrevamos a hacer de una vez lo que nos gusta!

 

Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.

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