VIVIR EN EL CÍRCULO DE RECREO

VIVIR EN EL CÍRCULO DE RECREO

VIVIR EN EL CÍRCULO DE RECREO

¡Quiero volver al Círculo de Recreo!

¿Que no sabéis qué es?

Seguro que habéis pasado miles de veces por delante de su sede, y no os habéis percatado.
Es ese edificio señorial en Duque de la Victoria esquina con la calle Constitución. Ese edificio en el que siempre hay gente sentada en sus amplios y cómodos sofás. Charlando, descansando o simplemente dedicándose a la vida contemplativa –que es la mejor de las vidas cuando se tiene la seguridad de que llevarla a cabo no conlleva dejación de ninguna de las labores que una persona de bien tiene que llevar a cabo en su día a día (de otra manera, lo que haríamos sería el vago, con alevosía)–.

Me gustaría recuperar ese lugar  que fue en su día morada de la gran parte de profesionales liberales de la ciudad que acudían allí a departir de su día a día, entre colegas. Desconectando del mundo un rato ya fuese jugando una partida de billar (español), leyendo la prensa diaria, o cualquier texto impreso incluido entre dos tapas que fuese mínimamente interesante para cultivar la mente.

Volverlo a convertir en un punto neurálgico, en lo social, de la ciudad. Programar ciclos de cine, coloquios, tertulias con o sin moderador, campeonatos de todo tipo de juegos de mesa y demostrar que las cartas nunca morirán a pesar del auge de lo electrónico. Celebrar bailes en su gran salón principal, puestas de largo, cenas de gala, encuentros en la tercera fase, si fuese necesario.
Hacer en sus comedores grandes banquetes, e incluso crear una sociedad gastronómica.

Disponer allí de una sala para melómanos, con una gran colección de discos al alcance de todos aquellos que quisieran escuchar música, tranquilamente sentados en amplios butacones con su propio equipo de música y unos cómodos auriculares

Y que tuviese también un piano de cola, donde poder ofrecer recitales programados, o improvisados por alguno de los allí presentes que se viese con ganas de entretenerse (y entretener) al resto de socios.

Quiero una gran barra de madera y mármol, con altos taburetes de piel. Con su camarero con chaquetilla y pajarita que sirviese los cócteles como si Chicote –Pedro, por supuesto– fuese su destinatario final. De esos que saben hablar lo justo, y sobre todo escuchar.
Y convertir el vermú en tradición.
¡Y percheros! Quiero percheros de pie donde colgar los abrigos de forma eventual, por si no crees necesario depositar la prenda en el ropero.

En definitiva, quiero traer tiempos pasados al presente. Quiero vivir de nuevo esas épocas que conozco por viejas historias familiares y que tanto me entusiasmaba escuchar, para así luego poderlas imaginar.
Me gusta tanto ese poso vetusto, que al igual que se hizo con la antigüedad clásica en el XVII y XIX, yo quiero revivir los inicios del S.XX ahora.

Quién sabe si algún día podré llevarlo a cabo.
De momento, el primer paso es hacerme socio.

 

Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.

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