YA LO DECÍA GARCI: “UNO ES DEMASIADO”

YA LO DECÍA GARCI: "UNO ES DEMASIADO"

YA LO DECÍA GARCI: “UNO ES DEMASIADO”

Varela, que sé que a lo mejor te hace ilusión

Esto me decía el otro día mi buen amigo Pablo, momentos antes de mandarme la foto de un libro que les acababa de regalar, a él y a su encantadora esposa Bárbara, José Luis Garci –con cariñosa dedicatoria incluida–.

Efectivamente me hacía ilusión. Porque es Garci una persona que me cae especialmente bien.
Y no sólo como director de cine, sino como ser humano.

Además creo que una de las cosas que más me hubiesen podido gustar en la vida es haber compartido whiskys con Garci, y su gran amigo Alfredo Landa, en cualquiera de esas noches de tertulia que tan a menudo disfrutaban.
Por supuesto, sólo hubiese ido allí como mero espectador a escuchar. O como mucho –y como bien dicen las reglas sagradas del mus que hacen los de fuera– “a dar tabaco”.

Es de esos tipos que igual te hablan de la grandeza de John Ford, de un partido de su Atleti, o de dónde beber el mejor Manhattan del mundo.

Y fue precisamente hablando de combinados como más me llamó la atención su figura. Dado que me gusta más como escritor que como director (aunque creo que si viese su filmografía entera, cambiaría definitivamente de opinión)–.

Esto se produjo cuando cayó en mis manos esa joya que se llama “Beber de cine“. Antología poética a los destilados, y al séptimo arte y sus protagonistas.
Me encantó su forma de relacionar cócteles con películas. Dándole al libro una perspectiva casi de manual. Pero con referencias permanentes al cine, y a cómo beberían esas mezclas algunos de los protagonistas de las películas de las que hablaba.

Me lo imaginaba escribiendo eso en el Museo Bar del Palace y su boiserie. Con el humo del cigarro dibujando siluetas alrededor de las lámparas de luz tenue. Entre dry martini y dry martini (nunca entre gimlets, porque como él bien dice: “si ha salido bien, uno es demasiado”).
¡Magia pura!

Mucho mundo hay que tener en las espaldas para contar las cosas que cuenta.
Mucho mundo, y muy buen gusto para relatar, de forma tan magnética y tan poco sórdida, cada una de las anécdotas con las que nos hace revivir rodajes con experiencias propias o ajenas. O esas leyendas que envuelven a grandes como Welles, Bogart o Sinatra alrededor de una botella–todos ellos grandes bebedores, de esos que desaparecieron a partir de los años 70 por aquello del orden moral en la gran pantalla–.
Arte en los dedos, y una auténtica base de datos en la cabeza.

Así que ya sabéis, si algún día alguno me quiere sorprender, no le digo ya que me consiga una plaza en una cena distendida –tertulia incluida– con Garci (y con Gistau a falta del maestro Landa), sino que con que me prepare un plan del estilo, me vale.
Cena y cócteles hasta altas horas, mientras hablamos de John Ford, del Atleti (y del Madrid) o de dónde beber el mejor Manhattan del mundo.

Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.

P.D.: Bárbara, leyendo “Las 7 maravillas del cine“, he podido observar que tu padre fue uno de los privilegiados que compartió noche y tertulia con Garci y Landa. Así que si tras contarnos que tuvo una “juventud tardía” ya se convirtió en mi ídolo, no te digo nada ahora…

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