A TODO LE LLEGA SU «HACE UN AÑO»
El paso del tiempo es inexorable. Y lo que hoy es mañana, en nada será ayer.
Pienso en la de cosas que no hacemos por la falta de tiempo.
En la de cosas que tampoco hacemos por no perderlo.
Incluso en la de cosas que nunca empezamos porque nos va a llevar demasiado.
Después de pensar esto, me pregunto si no podríamos ser capaces de encontrar tiempo donde creemos que no lo hay, para hacer esas primeras cosas.
Si no es, a veces, necesario perderlo un poco para hacer las segundas.
Y sobre todo, si por una vez, no podemos ser capaces de no racionar el tiempo de tal manera que al final no hagamos nada con él, por miedo a gastarlo.
Y ese es un enorme fallo. Porque bien está pensar en el futuro para planificar cosas, pero que esa planificación del futuro no te impida llevar a cabo el día a día.
Lo que parece que nunca llegará, al no poder otear el final en el horizonte, un día será recordado con la frase «hace un año» antecediéndolo.
Y quien dice uno, puede decir el cardinal que sea necesario.
Porque esa es la magia del tiempo. Su avance hace que las cosas pasen, unas veces para bien y otras para mal –pero que pasen–.
Lo contrario, o sea, que no pasase nada, sí que sería un gran problema. Porque eso significaría que la parca ha decidido venir a visitarnos para ser nuestra más inseparable amiga.
Bien está cuidar del tiempo como un bien preciado. Pero que eso no signifique no disfrutar de él como es debido.
Que no digamos nunca que no hemos llegado al destino porque ni siquiera hemos comenzado el viaje.
Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.
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