DE HÉROES Y DE LOS QUE NO LO SON TANTO

DE HÉROES Y DE LOS QUE NO LO SON TANTO

DE HÉROES Y DE LOS QUE NO LO SON TANTO

Esto que voy a decir, y lo hago habiéndome quedado huérfano a una edad en la que uno no debería adquirir esa licencia (que además es para siempre, sin necesidad de renovación cada cinco años), no quiero que se malinterprete. Pero como escribe mi amigo José Peláez aquí,  «Empiezo a llevar mal las muertes«.

 

Por supuesto que nada podrá compararse al dolor que sufrí antaño tras la ida –sin vuelta– de esa gran persona a la que tuve el honor de llamar «papá». Pero últimamente, los decesos los llevo fatal.

Recuerdo que hace ya unos años me impactó la muerte de Daniel Rabinovich. Que para quien no sepa quién era, le recomiendo que escriba en Google Les Luthiers, y ponga cualquiera de los vídeos que aparezcan –tanto si interviene él como si no–.
Y por supuesto la más reciente de David Gistau, a quien ya le dediqué unas palabras desde lo más profundo de mi dolor.
Entre medias, las de otros muchos a quien no me atrevo a enumerar, por no dejar fuera a nadie por culpa de mi galopante falta de memoria.

El sentimiento de tristeza por la perdida existe, faltaría más, pero creo que también –y esto es un poco de egoísmo–, hay una especie de rabia por no poder seguir disfrutando de aquello que les hacía grandes.
Saber que nunca más vas a poder ver, oír, o leer, algo de alguien a quien admiras, es difícil de digerir –por lo menos en mi caso–. Sobre todo en un mundo en el que cada vez tengo menos referencias positivas. Y las pocas que tenía, se me están yendo casi sin darme cuenta (el primero, sin duda, mi padre).

Es muy injusto perder faros guías en unos tiempos en los que cualquier sinvergüenza mediocre tiene voz –además, amplificada– sobre todas las cosas. A los que además se les hace caso justamente por la falta de otras voces autorizadas que les silencien de manera efectiva. Y les dejen donde se merecen, que debería ser en el más absoluto ostracismo. Sacando a pasear sus vergüenzas y sus limitaciones.

No necesito que el mundo se llene de falsos fanfarrones. De gente que por fama efímera estén dispuestos a vender su alma al diablo. No quiero a nuevos encumbrados que se olvidan rápidamente de aquellos que les ayudaron a subir.
De todos estos, por desgracia, ya hay muchos.

Y es que los héroes no son tan fáciles de encontrar en esta sociedad cada vez más corrompida. Que pierde valores como si no costasen, y no se molesta en fortalecer los que ya tiene. Es más, los destruye bajo humos muy bien vendidos.
Por lo tanto perder piezas importantes de una colección tan exclusiva, es una más que desafortunada situación, que nos deja, a algunos, más huérfanos aún de lo que ya éramos.

 

Así que hacedme un favor, no os muráis más. Aún tengo mucho que aprender de vosotros.

 

Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.

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