«CUANDO UN HOMBRE PIERDE A UNA MUJER, BEBE WHISKY»

Cuando un hombre pierde a una mujer, bebe whisky

«CUANDO UN HOMBRE PIERDE A UNA MUJER, BEBE WHISKY»

«Cuando un hombre pierde a una mujer, bebe whisky».
Sé que esta frase la he oído en una película o una serie, pero no recuerdo en cuál. Y se me quedó porque, si hago cuentas de todo el que he bebido por este motivo, es probable que las autoridades sanitarias, en pro de mi salud, impidan que ninguna mujer más me deje durante el resto de mi vida –e incluso de dos o tres más, si creyese en la reencarnación–.

Además, ¡qué tristeza cuando te deja una!
Se te quita el hambre. Todo es desgana. Vagas como Dante por el infierno, pero sin la compañía de Virgilio. Hasta los perros aúllan a tu paso.
Todo se torna a gris. Apagado. Mustio como un plátano abandonado en el fondo del cajón de la fruta.

Las canciones suenan tristes. Las marchas se vuelven fúnebres. La melancolía lo impregna todo como un perfume que no te gusta, pero cuyo olor no consigues que se vaya.
Eres la viva imagen de un ser maldito, triste, desolado. Vamos, te conviertes en un cantautor de mediados de los 90, principios de los 2000.

Así que por esto, por fin he encontrado algo bueno de esta pandemia. Ya no recuerdo esa sensación de desolación, dado que durante ella, ninguna mujer me ha dejado.
Siendo sinceros, también diremos que ninguna me ha acogido. Pero como en esta vida, y más en estos momentos, hay que ver el vaso medio lleno, me quedo sólo con la primera parte de la historia.

Vale que la rueda de la desgracia amatoria se pondrá de nuevo en marcha, sí. Pero para entonces ya habrá bares con camareras que te servirán whisky cada diez minutos mientras lo puedas pedir (y cada 20 cuando ya, directamente, no articules palabra).
Y también habrá, sobre todo, amigos a los que les contarás tus penas. Y ellos –aunque piensen que se te está poniendo cara de Álex Ubago– beberán contigo. No sólo por ti, sino que como son unos crápulas –y por ende, amigos tuyos–, por ellos.

Así, cuando su mujer les quite todos los churripoints de una tacada según entran por la puerta ese martes cualquiera en el que habremos quedado, te usarán para suavizar la situación, dejando la sanción en la mitad más uno.

Entonces te reconfortará saber que tus penas valen para dar alegrías a los tuyos, y no te sentirás tan mal.
Volverás a reír, y a sentir alegría por la calle. A tomar cañas a vuelapluma en el primer bar por el que pases, tras encontrarte con alguien al que hace mucho que no ves. O incluso aunque le hayas visto unos minutos antes.
Las golondrinas de Bécquer quizá este año dejen de dar el coñazo bajo tu balcón de una vez. E incluso por fin descubras a qué huelen las nubes de una santa vez, después de una vida entera atormentado por no saberlo. 

 

Pero eso ya es otra historia que contaremos a su debido tiempo.
Ahora mismo me conformo con pensar que he dejado de beber whisky por despecho. Sólo lo bebo por que quiero.

 

Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.

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Comments (2)

  • Emi Reply

    Ayuso tiene Facebook, has vuelto por ella y lo sabes!

    Te quiere.

    Emiliano

    18/03/2021 at 8:22 pm
    • Paty Varela Reply

      ¿Me hará beber whisky?

      18/03/2021 at 8:24 pm

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