¡GRACIAS!
«Nunca inventes, robes, engañes, ni bebas. Pero si vas a inventar, inventa algo útil para la humanidad…»
Seguro que casi todos conocéis esta escena de la película Hitch.
¡Una gilipollez!
Todas estas manidas frases filosóficas funcionan en el cine. Pero si algo me han enseñado los años, y alguno que otro empiezo a tener ya, es que en la vida real, lo que funciona es ser uno mismo.
Entre otras cosas, porque mantener una pose ficticia, a la larga, es cansado. Además de imposible de hacer.
Creo que muchos de los que podéis estar leyendo estas líneas, tenéis alguna foto conmigo en la famosa cabina. Y estoy casi seguro –y si no me lo desmentís, por favor–que lo hacéis porque, aunque sea un poco, os caigo bien y me consideráis buena gente.
Y esto no se consigue haciendo un papel o repitiendo consignas que hemos leído en algún sitio y que nos han resultado atractivas para soltar de carrerilla en determinado momento. Sino que se consigue a base de muchos «Hola, ¿qué tal?«, «Hombre, ¡cuánto tiempo!«, «Gracias» o «De nada«.
Se consigue a base de preocuparte por cada una de las personas con las que uno tiene trato. Se consigue a base de saludar y pararte, aun cuando tienes prisa, aunque sean dos segundos.
Dicen las malas lenguas que en determinados sitios, y a determinadas horas, tardo más en recorrer 100 metros, que lo que se tarda en hacer el Camino de Santiago, porque me paro con todo el mundo. Y a quien va conmigo le puede hasta resultar pesado.
Pero una cosa os digo, ojalá tardase aun más en hacerlo. De verdad que me siento orgulloso de este tipo de cosas, porque es algo que valoro muchísimo, dado que no se consigue de la noche a la mañana.
Dicen que más sabe el Diablo por viejo que por diablo, y creo que empiezo a entender esta frase.
Durante muchos años me he preocupado de saber todo lo que he podido de cada uno de vosotros. Desde quiénes son vuestros amigos, qué canciones os gustan, qué copas bebéis, o si sois de los que no perdéis el norte para poder encontrar el sur.
Y creo que al igual que hay gente que es alta, baja, rubia o morena, yo soy «social».
Es una cualidad que me gusta aprovechar. Porque creo que así crezco como persona. Y aunque suene a vil peloteo, aprendo mucho de cada uno de vosotros (venga, sí, es un poco de peloteo, pero como a nadie le amarga un dulce, os lo digo para que sepáis que sois muy importantes para mí).
Así que si me permitís, os voy a dar un consejo.
Si os podéis parar a saludar, hacedlo. Si os apetece escribir a alguien por el mero hecho de que queréis que sepa que os acordáis de ella o él, escribid. Una sonrisa puede alegrar el día a quien la reciba, así que no escatiméis en regalarlas a diestro y siniestro. Y por supuesto, si una mujer a quien acabáis de conocer, os pide que le cantéis, en medio de la calle, «María la portuguesa», no lo dudéis, ¡cantad!. Nunca se sabe la alegría que le podéis dar.
Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.
P.D.: no os digo nada si llego a tener la guitarra a mano según cantaba. Acabo montando el festival en la plaza de Coca en vez de en el bar.
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