MANHATTAN Y COCA-COLA

MANHATTAN Y COCA-COLA

MANHATTAN Y COCA-COLA

En mi plan de domingo bebo Coca-Cola y veo, de nuevo, Manhattan.

Lo hago sólo por su inicio. Pero ya que estoy, la acabo.
Es una cursilada lo que voy a decir, pero esas imágenes en glorioso blanco y negro de NYC con la Rhapsody in Blue de fondo son una absoluta maravilla.
Para mí, tal vez, uno de los mejores inicios de la historia del cine.
Juzguen ustedes mismos.

Igual que el señor Allen adora Nueva York, yo adoro mi capacidad para no recordar las pelis que veo. Con lo que así, verlas una y otra vez, es siempre una novedad.
Recuerdo que una vez el señor Peláez me dijo que me envidiaba, porque iba a leer por primera vez París era una fiesta, y eso sólo sucede una vez. Bueno, pues gracias a mi nula capacidad de retención, algunas películas las veo por primera vez varias veces. Curioso, ¿verdad?

Acaba la película, y sigo bebiendo Coca-Cola.
Voy a por la cuarta del día. Sé que no es sano, pero no lo puedo remediar. Mi relación con la Coca-Cola, sobre todo los domingos, es intensa. Tan intensa que es lo único que tengo que tener el último día de la semana.
Ya la tengo que beber Zero-Zero por aquello de envenenarme lo menos posible. Y aunque algunos dirán que eso es Coca-Cola ni es nada, a mí me gusta. Y sobre todo sacia mi necesidad de burbujas, azúcar y no sé cuantas cosas más.

Además, para mí, tiene un significado especial. Porque al igual que a día de hoy que es más habitual tenerla en cualquier nevera, en mi infancia era algo que sólo bebías en cumpleaños; en mi adolescencia era algo que llegaba en los pedidos mensuales de El Corte Inglés, y encontrarla entre las cajas era como encontrar un tesoro. E igual por esto, aun a día de hoy, verla en la nevera me produce satisfacción. Y beberla, es un poco concederme un premio.

Película y Coca-Cola. ¡¡Qué fantasía de domingo!!
Ahhh bueno, y baloncesto. Y no cualquier baloncesto. Sino la final de la Final Four.
Y no cualquier final de la Final Four, sino la 18ª que juega mi Real Madrid –que ese equipo nacido para jugar finales, y sobre todo, para ganarlas–.
Estoy escribiendo con un ojo en el ordenador y otro en la TV. Me voy a quedar con Marty Feldman a este paso.
Me pongo muy nervioso con el baloncesto –que ha sido mi deporte de siempre. De ver y de jugar–, y por eso lo veo así. Por eso, y un poco por superstición, porque cuando presto mucha atención a los partidos, mi equipo pierde (o por lo menos eso pienso). Y por mi Madrid, si hace falta me meto debajo de la cama.

Aparte de todo esto una cosa os voy a decir. Lo que más me está gustando del día, es que este post significa que voy a salir del auténtico bloqueo creativo que estaba padeciendo, que me tenía sin escribir desde hacía más tiempo del deseado, y me estaba poniendo un poco tenso.
Así que perdonadme que lo diga, pero ¡¡bien por mí!!

 

Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.

P.D.: la Décima es nuestra!!!! De nuevo, Reyes de Europa!!

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