MÁS INTROSPECCIÓN

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No me gusta el sushi ni he tenido unas All-Star. Las camisetas que encuentras en mis cajones se pueden contar con los dedos de una mano.

Hasta hace poco nunca había visto Cuéntame, y sigo sin ver The Wire, Los Soprano o Breaking Bad. Pero he visto Mad Men cinco veces.
Aunque ojo, últimamente, he visto cuatro series nuevas.

Las bicicletas son para el verano, pero el verano no es para mí. Y mucho menos la arena de la playa, ni el sol que la calienta.
Ponme bajo ese sol cinco minutos, y puede que me lleves a urgencias como un disfraz de San Lorenzo. En cambio soy capaz de estar en la puerta de un bar, a -3º, en camisa, y no morir por congelación.

Por mi casa han pasado cinco (o seis, ya ni sé) PS4, y aún sigo sin saber jugar. Siéntame en una mesa, dame una baraja de Fournier, y soy capaz de enlazar partida tras partida de lo que sea, hasta que el infierno se congele.

Igual que dije que nunca he tenido unas All-Star, también es cierto que creo que tengo unos siete u ocho pares de zapatillas de deporte, y no las uso. Comprarlas para nada es una extraña costumbre que tengo. Me pasa igual con las gafas de sol (al final siempre uso mis viejas Wayfarer) y los auriculares.

Sigo sin saber beber vino, y ya estoy empezando a pensar que nunca sabré. Me gusta, sí. Pero, uno, ni aprecio las cosas que se supone que hay que apreciar. Y dos, no soy capaz de tomar un poco y no ponerme «colorao» como la manteca.
Me pasa parecido con los espárragos, manjar tan sumamente apreciado y al que sigo sin encontrar la gracia.
En Tudela de Duero están cerca de nombrarme hijo predilecto (aunque mejor no digo qué tipo de hijo).

Llevaba sin tocar 25 años la batería y esta semana, por fin, me he vuelto a hacer con una. Lo que no sé es por qué ha pasado tanto tiempo con lo que me gustaba. Y más teniendo en cuenta que entre medias he tenido siete guitarras, dos bajos y un piano, que eran instrumentos que sigo sin saber tocar, tras muchos intentos.
Ahora sólo falta que se me haya olvidado del todo, me sienta el ser más inútil de la tierra, y acabe de galán de noche, como la mayoría de las bicicletas estáticas.

Estoy dudando si empezar a escribir posts menos blancos en este blog y crear una sección de opinión en la que permitirme criticar lo que me parezca criticable, que últimamente son muchas cosas. Desde la prensa digital «gratuita» hasta la… Mejor no acabo la frase, que todavía no he creado dicha sección.
Todos los años digo lo mismo, y nunca lo hago. Pero igual una de estas veces será la buena.

Cada vez busco antes grandes conversadores que genuinos fiesteros para pasar mis jornadas de ocio. Lo bueno es que tengo algunos elementos a mi alrededor que aúnan ambas características y es una gozada salir a tomar un café por la tarde, y tener la opción de volver a casa con churros en la mano a las nueve de la mañana, después de haber arreglado el mundo tres veces.

Me están dejando de gustar las perlitas.
También estoy aprendiendo a mentir. Pero no sé hacerlo como habréis podido apreciar en la anterior frase.

 

Pero ante todo, y sobre todo, besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis

 

P.D: si has notado que he nombrado muchos números, estás en lo cierto. Del 1 al 9 están todos, y algunos varias veces. Cosas que se me ocurren para hacer esto diferente (ahora sólo queda usar estas bobadas de manera inteligente como aquel que usó un 6 y un 4 para hacer la cara de tu retrato).

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