PLEASE WELCOME… THE INDIANS!!
Lo bueno de apellidarse Varela –además de dar pie para crear una canción más que pegadiza–, es que en clase, detrás de mí, dado que nos sentábamos por orden alfabético, siempre estaba sentado Vázquez. Lo que hizo que si ya de por sí estábamos predestinados a ser amigos (madres amigas, y hermanos mayores amigos), esto fuese la gota que colmase el vaso.
¿Y por qué cuento todas estas cosas?
Pues porque tras Lennon/McCartney y Jagger/Richards, tenían que venir Vázquez/Varela. Que no era otra cosa que el germen de The Indians (aka 5 de julio).
No recuerdo muy bien el día que esa idea cristalizó, pero me imagino que el que Vázquez tuviese un hermano mayor con un grupo musical, fue la espoleta que detonó la carga.
Eso, y por supuesto, tener 16 años, pasarnos el día en clase pensando en todo menos en integrales y oraciones subordinadas; ser unos macarras camuflados bajo jerséis de Lacoste y Castellanos; y pasarnos el día escuchando a Guns and Roses, Aerosmith, Nirvana o Black Crowes. Sin dejar de lado, por supuesto, al rock patrio de Loquillo, La Frontera o Los Ronaldos.
Así que un 11 de octubre de 1991, en el salón de actos del Colegio San José de Valladolid, tuvo lugar nuestro primer ensayo.
Aquel día formábamos «La banda» –que dirían Jake y Elwood–, Ángel «Rose» a las voces (épico fue aquel » ‘miráme’ el ojo derecho, niña » de ese primer día), Roberto «Espada» al bajo, «Gama» López a los teclados, «Peque» Vázquez a la guitarra, y yo mismo, Paty «Dalton» a la batería.
¿Y qué intentamos tocar?
Pues canciones que cualquier principiante de aquella época tenía que saberse al dedillo, por lo menos 3 de 4.
«Sí, sí» de Los Ronaldos
«Cadillac Solitario» de Loquillo y Los Trogloditas
«Johnny B. Good» de Chuck Berry
«Pobre tahúr» de La Frontera
¿Que cómo sonó?
Pues a nosotros, a gloria. Aunque puede que cualquiera con un poco de oído menos narcisista, no opinase lo mismo. Pero daba igual. Teníamos nuestra propia banda de rock and roll, éramos los tíos que más molábamos de un colegio con 2000 alumnos, y nos íbamos a hacer cargo de amenizar la verbena del curso 91-92, ante las chavalas de nuestro propio cole, más todas las de los colegios adyacentes.
¡¡Qué más se podía pedir!!
Al poco tiempo se nos unió alguien que seguro muchos conoceréis (sí, porque sois unos crápulas), pero del cual pocos sabréis que tuvo esta etapa oscura en su vida. De la que estoy seguro él quiere olvidarse, pero yo no le dejo… «Alvi» Cifuentes, el rey de los teclados!!!
Los ensayos semanales nos sabían a poco. Así que nuestro querido amigo Cata, amablemente, nos cedió la buhardilla de su casa para que incordiásemos a sus vecinos, que le debían caer mal, todos los días que quisiéramos.
Míticas aquellas pellas mañaneras, en las que dejamos de aprender filosofía y latín, para poder ensayar aquel «Don’t Cry», bebernos unas cervecitas y fumar unos cigarros tirados en el tejado. Y por supuesto recibir a todos aquellos amigos y amigas que se apuntaban a tan fabuloso plan muy a su pesar, dado que tenían que faltar a las interesantísimas clases que seguro daba el equipo docente de sus centros educativos.
Carolina, tú eres quién pidió esto, así que no podía dejar de nombrarte. Ni a Ana, Blanca y Macarena, por supuesto, como rezaba la dedicatoria de grabación de aquella verbena.
Todo esto fue en pos de la música, queridos padres y profesores, que a veces no entendisteis bien del todo las ligeras faltas de asistencia. De verdad.
De aquello salió lo que fue nuestra primera verbena el 19 de marzo de 1992. Sin duda fue uno de los momentos más emocionantes de mi vida, os lo digo en serio.
Es un recuerdo de esos que no se te olvidan jamás, y que no todo el mundo podrá tener. Si no, decidme, ¿cuántos pueden presumir de tocar ante por lo menos 1000 personas?
Tocar regular, pero al fin y al cabo tocar!!
Luego llegó el gran Diego «Queve». Se fueron algunos, y ocurrieron muchas historias y anécdotas que seguro contaré algún otro día. Porque el grupo dio para mucho en sus pocos años de vida. Pero nada habrá más importante que esta génesis, este comienzo, ¡este big bang!
Hoy me vais a permitir la licencia, como homenaje a mi grupo. Que me despida de la manera que lo haríamos entonces…
Besos en el culo, a todos!!
P.D.: inclasificable aquella versión del «Smells Like Teen Spirit« en la cuál incluimos una estrofa que decía:
Estaba yo en Madrid,
tomándome un Four Roses.
Y en el Santiago Bernabéu,
tocaban los Guns and Roses
Deja una respuesta