MATAR UN RUISEÑOR

MATAR UN RUISEÑOR

MATAR UN RUISEÑOR

Ya sabéis todos que no es el verano mi estación del año favorita, por no decir que es la que peor llevo. Pero el 2016 está dispuesto a hacerme cambiar mi concepción de este periodo.

Aún no sé si ha sido el aire gallego quién obró en mí esta epifanía –en una especie de llamada de la madre tierra, dado que por mis venas corre la sangre lucense que me dejó mi padre en herencia–. Que unas estupendas personas me hayan hecho ver la vida de otra manera. O simplemente porque tenía que ser así este último tercio estival.

La cuestión es que he decidido dar un cambio (otro) a mi vida. O más que cambio, ver de otra manera los diversos caminos que se me ponen delante.
Además, sé que no soy el único que va a hacer algunos retoques en su entorno, y eso la verdad es que me motiva bastante.

Porque aunque proyectos hay muchos, luego realidades no tantas. Y como ya es hora de poner un pie en la tierra (aunque dejemos el otro en el aire, para sentir de vez en cuando la ilusión de volar), las cosas que hay que empezar a cambiar son las que fallan en uno mismo, y que sabemos que son así por más que nos empeñemos muchas veces a mirar hacia otro lado.

Ya no es tanto alejarse de las cosas tóxicas, que también, sino que hay que alejarse de las cosas que no aportan nada, porque a la larga son pesos que acaban haciéndose pesados.
Somos más autosuficientes de lo que pensamos. Y si cuando estamos acompañados, sólo estamos así, acompañados, pero no queridos, apreciados, amados o deseados, igual es mejor estar solos un rato. Disfrutando de lo que ya he llamado más veces, «soledad buscada».

No soy mucho de frases motivacionales –y menos aún de citas de Coelho–, pero alguna me acabaré inventando para tenerla siempre muy presente. Y tendrá que ser algo que me recuerde lo que valgo, y que debo confiar más en mí.
Y sobre todo que me recuerde que tengo que valorarme como merezco (nunca más, que sino pasaría a ser uno de esos «vende humos» profesionales que tanto abundan hoy en día, y de los cuales todos conocemos, por lo menos, un par de ellos).

Quizá alguna frase de cine clásico me pueda valer de inspiración, quién sabe.
Buscaré. Pero espero no acabar en «¿Cuál es su nacionalidad? Soy borracho«. Porque esa le queda muy bien a Rick en la Casablanca Vichy, pero no estoy tan seguro que se amolde a lo que estoy buscando.
Si es verdad que «El Padrino tiene todas las respuestas», como le decía Tom Hanks a Meg Ryan en «You’ve got mail», habrá que empezar a buscar por ahí.

De mí no saldrá «Tienes que salir de tu círculo de confianza«, «Vas a conseguir todo lo que te propongas» 0 «Debes luchar por aquello en lo que crees«, porque no soy quién para decir este tipo de perífrasis. Pero sí me gustaría apuntar que hay que cuidar con cariño aquello que nos hace felices, nos ayuda y nos reconforta, ya sea algo nuestro o de otros.
Porque no hacer esto, podría llegar a ser como «matar un ruiseñor«.

 

Besos para ellas y un abrazo para los demás.
Se os quiere y lo sabéis.

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